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Leo uno de estos domingos en EL COMERCIO la historia del metrotrén de Gijón. Sé que fue domingo porque ese es el día en que acostumbro a 'destripar' la prensa, en contraste con el resto de la semana, en la que voy pillando periódico a ... vuelapluma, entre cafés y móvil. Me entero así de que en el subsuelo gijonés hay hecha una obra de un túnel de más de tres kilómetros, destinado en su día a alojar un tranvía que recorrería la ciudad de arriba abajo. Siento que es culpa mía el no estar enterado de esto, quién me manda ausentarme tantos años. Seguro que el resto de gijoneses lo conocen bien, pienso. Un tanto perplejo, sigo leyendo y me cuentan a continuación que en su día se presupuestaron cincuenta y cuatro millones de euros para comunicar bajo tierra, con tres estaciones, una ciudad que se tarda media hora en atravesar caminando, pero que esos cincuenta y cuatro fueron al final ciento treinta y ocho, es decir bastante más del doble de lo previsto, ahí enterrados. Continúo y leo asombrado que ahora hay que andar vigilando su acceso, porque hay chavales que se dedican a meterse por ese 'furacu', ahora inundado, a hacer el indio por allí, navegando en botes hinchables.
Una cosa les digo: si esta noticia cae en mis manos un domingo 28 de diciembre, me hubiera apostado (y perdido) el dedo de una mano a que era una inocentada. Una buena, de las de antes. Ahora ya no se lleva eso de las inocentadas, pero hace años tenías que andarte con cuidado, sobre todo a primera hora, porque alguien podía mandarte a un sitio donde no había nadie, o ponerte sal en el café, o decirte que el Sporting había fichado al hermano de Cruyff. A este no, claro, que eso no te lo ibas a creer, pero lo del hermano igual colaba y se lo contabas a alguien, para regocijo del personal. Pero esta vez ni estaba leyendo la prensa en diciembre, ni era una inocentada. Dicen que el proyecto se va a retomar en el 2025, veinte años más tarde. Otra obra fantasma más, mientras la Laboral se cae a cachos o las ruinas de Perlora meten miedo hasta de día. Qué cosas.
Total, que me quedé pensando en ese dichoso túnel fantasma, y por asociación de ideas, no pude evitar irme con mi mente al asunto del vial de Jove, otro descalabro reciente. De nuevo, un par de kilómetros bajo tierra y otro lio, al parecer empantanado hasta el 2028. Años soñando con dar una solución eficaz al tráfico de un monstruo logístico como es El Musel, para que se nos plante aquí un ministro lenguaraz y, truco o trato, nos quiera cambiar el túnel por un bulevar. Esto es, un pretendido remanso de paz y esparcimiento con arbolitos, pajarinos, columpios y toboganes… Y tropecientos mil camiones polvorientos transitando. Más de lo mismo, un 'ya se estudiará' adornado con millones, y yo ya me iba, que se me hace tarde.
Con tanta divagación soterrada, no pude evitar recordar otros túneles astures y sus infortunios. Se me ocurrió pensar entonces que quizás tengamos algún problema los asturianos con las excavaciones subterráneas; el caso es que allí donde hay una, hay un contubernio en forma de aplazamientos, cambios de proyecto, infinitas desviaciones presupuestarias o directamente la nada. La sempiterna variante ferroviaria y sus once años de retraso, aunque de momento con final feliz en este caso, sería otro ejemplo de nuestra desdicha tuneladora. O la ronda norte ovetense, que aquí hay para todos.
No sé, puede que sea esta una cruel ironía del destino asturiano, tierra de galerías y minas como es la nuestra. Quizás después de tantos años, siglos ya, la fortuna en forma de túneles nos quiera dar la espalda. Cómo hemos cambiado, en todo caso. Quiero decir, los mineros de nuestra tierra dieron la batalla y lucharon por sus derechos sin descanso, hasta la extenuación, durante décadas. 'Tira pa lante, y si rompe, que rompa', era su consigna, y la seña de identidad del asturiano. Así, con ese talante, se consiguieron mejoras, triunfos y respeto en toda España. En cambio ahora se planta aquí un ministro en plan sobrado, nos canta las cuarenta y no pasa nada. Nos dice que si se nos averían los trenes, ajo y agua; que nos preparemos, porque más se van a estropear, y se queda tan campante. Unos días más tarde, se deja ver en el HUCA su jefe, el líder supremo, en visita de una hora, y tan sólo una pobre alma cándida osa levantarle la voz y, encima, de forma desafortunada, insultando. El resto, tan felices y contentos, haciéndole la ola. Blancos dientes y generosos aplausos a su paso, con el tumbao de los guapos al caminar. Y digo yo, que vaya con la mitad a Bilbao, por poner un ejemplo, a ver qué pasa. ¡Ay, si nos vieran nuestros antepasados, los de las carrocetas, el grisú y la jaula! En Asturias hemos cambiado combatividad por mansedumbre, audacia por conformismo y buzos y pancartas por acomodados sayos. Se ve poca luz ahí abajo, y para muestra, un túnel.
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