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Me había hecho el firme propósito de no escribir sobre política en estos días de tediosa campaña electoral. Esto es un no parar, de comicios en comicios, con tanta promesa, tanta tensión y tanto cuento. El caso es que no me puedo resistir a hacer ... mención al asunto de los sueldos en los ayuntamientos, débil de mí. Que conste que cuando me refiero lo de 'alcalduco' no es por otra razón que por utilizar la popular expresión usada para la treta simplona, el fácil atajo, y va por delante mi máximo respeto y consideración hacia nuestros regidores municipales, que en muchos casos llevan a cabo una labor impagable, y a veces ingrata.
Dicho esto, me ha llamado poderosamente la atención que lo primero que han hecho muchos alcaldes en cuanto se han sentado en su sillón, o incluso antes de hacerlo, aún de pie, es revisarse al alza sus sueldos, sin sonrojo alguno, por unanimidad del pleno y entre fandangos y alegrías. Los de ellos y los del resto de miembros de la corporación que aquí, como hay para todos, la unanimidad sale al natural, espontánea; mas sin que sirva de precedente para otros asuntos.
Un servidor vive en el concejo de Llanera y desconozco lo que habrá ocurrido en otros ayuntamientos de nuestra ancha España, aunque sospecho que lo que habrá visto un ciudadano de Cádiz, Finisterre o Gerona, quizás no haya sido muy distinto a lo de aquí. Me he tomado la molestia de enterarme de lo cocinado en mi concejo y los que lo rodean, que son Oviedo, Gijón, Siero, Las Regueras, Illas y Corvera. En Oviedo se han aumentado la nómina un 20%, en Siero un 19%, en Corvera un 18% y en Gijón la alcaldesa se baja un poco sus emolumentos, pero con un 90% de dedicación, que espero que alguien vigile un poco (a mi modo de ver, Gijón requiere una regidora a 'full time', por su población y demás circunstancias; serán manías mías, supongo). Aquí, en Llanera, parece ser que después de un amago de mayor incremento por parte del alcalde, finalmente se subió el sueldo un 14%, por no ser menos que sus colegas. Ignoro lo de Illas y Las Regueras, aunque viendo cómo se lo han montado los vecinos, cualquier cosa cabría esperar.
Tiene que estar muy bien eso de reunirte con tus propios compañeros de trabajo a puerta cerrada para decidir cuánto nos vamos a autosubir el sueldo. Ha de ser una reunión de lo más grata y productiva, aunque en mis treinta y cuatro años de trabajo no me haya pasado nunca, y posiblemente a usted tampoco. Tiene que ser genial, en todo caso, discutir y hacer como que te enfadas, y acusar a un concejal de otro partido de tacaño, cagalica, o roñosu. Me encantaría asistir a uno de estos plenos, aunque solo fuera simple testigo y no rucara nada, para ver a la peña aguantándose la risa, haciendo como que les da igual, y pasar luego a otra cosa, tras haberse metido una buena cantidad 'pa la saca'. Ríanse de bonus, incentivos o extras por productividad; esto está para los del sector privado, que son bobos perdidos.
Leo también que el alcalde de Oviedo justifica su generosidad con su equipo porque dice que suele llamar a su gente a las seis de la mañana o a las doce de la noche, y me pregunto cuánto tardará alguien como Dios manda en mandar educadamente a este jefe a hacer gárgaras, cuando le despierte en medio de la noche para una chorrada. Otras personas apuntarían el asunto para plantearlo en horario de oficina, con todos ya duchados, pero no; nos quieren vender que en Oviedo van a otro ritmo, un hub de brillantez que no admite un horario profesional normal. De verdad, no sé qué cuento se gastan algunos, qué nos quieren contar, pero alguien debería decirles, echándole valor, que eso de que un jefe disponga de ti y de tu familia 'anytime', está un tanto trasnochado. Mira que no me gusta hacer sangre con los hábitos de los demás, pero a veces alguien lo tiene que sacar a relucir, lo del viejo ordeno y mando, lo de la caspa.
En fin, que supongo que usted, como yo, no conocerá a mucha gente a la que este año le hayan subido su sueldo un 18, 19 o 20 por ciento. ¿Cuántos se le ocurren a bote pronto? Pocos, supongo. La ejemplaridad, la prudencia y el recato no tienen filiación, ni partido, ni ideología. Y luego nos escandalizamos porque haya gente que no vote, o que lo haga en blanco. Para la próxima esperen un poco, regidores patrios. Córtense un poco, hagan el paripé y no nos sean tan diligentes, tan eficaces, tan avaros. Dejen al almendruco enfriar un poco, que por aquí hay mucha gente apurada y un 20% resulta difícil de digerir, así en caliente, y sin bicarbonato.
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