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Nuevo presidente del Grupo habemus. Al margen de las calamidades que nos van asaltando hoy en día a nivel global, estatal, regional, local y como sigamos así también en nuestro portal, de vez en cuando encontramos alguna buena noticia. Me refiero a ese tipo de ... acontecimientos que da gusto leer en la prensa, o al menos no producen acidez de estómago, ni penas y amarguras. Si nos pilla con un café a mano, saboreamos entonces esas noticias como si fueran un oasis de alegría y optimismo en medio de la nada, un micro espacio de relax antes de pasar a la página siguiente para encontrarnos con las fechorías, corrupciones e injusticias de cada día. Es que ni los deportes se pueden leer ya en paz últimamente por estos lares, ente chorizos y decepciones clasificatorias varias.
Hace unos días se celebraron las elecciones en el Grupo Covadonga, lo cual no deja de ser un acontecimiento importante en Gijón y, si me apuran y dejando al margen absurdas rivalidades, para Asturias también. Treinta y ocho mil y pico socios dan para mucho, aunque el asunto va más allá del ámbito gijonés, pues hay grupistas que no viven en Gijón, más otros muchos asturianos que, sin ser socios, disfrutan de sus instalaciones y ambiente cada vez que pasan por allí. Todo ello por no hablar de los deportistas de toda España y parte del extranjero que han disfrutado del club o competido contra el Grupo en los últimos noventa años, que no es poca cosa.
Yo no soy socio del Grupo de carné, aunque sí de corazón, pues allí pasé un tiempo inolvidable en mis años de deportista juvenil, días que echaré siempre de menos. Jugaba a balonmano en la Inmaculada, y tuve la suerte de que Antonio Roncero y Mateos me propusieran incorporarme al equipo de los mayores. Aparecí entonces por el Braulio García, un polideportivo con gradas y parquet, cosa que no había catado en mi vida. Aún recuerdo el sonido del balón al botar sobre la madera, y el olor a pega palo. Un proyecto de paisano, 'esmirriao' como un peso pluma, pero lleno de ilusión, y un pelín acojonado si se me permite la expresión, para qué negarlo. «Manolín, a dónde vas, que no las llegas», me decía mi entrenador del colegio, entre risas y también para motivarme, supongo. Me instalé en una esquina del vestuario, entre tipos como Mendoza, Espina, Mariano, Paraja, Viña, Kike Perera, y compañía. Menudos bicharracos. Sus brazos eran más o menos como mi muslo, por explicarlo de algún modo. Kike había coincidido conmigo en los jesuitas y me hizo algo de caso; le debí de dar pena. El resto me tenían bien firme, entre bromas, desdén y algún que otro bocinazo para que espabilara. Los miércoles tocaba gimnasio, y yo iba todo motivado a aquel matadero, pues no era capaz de mover del suelo las pesas que los demás levantaban con una mano. «Quítate rosquillas, nene», me decían dándome palmaditas en la espalda. Iba a entrenar nervioso, con el estómago encogido, y volvía a casa tan molido como entusiasmado. Absorbía cada minuto, aprendía y disfrutaba.
Luego me fui a estudiar fuera y mi sueño grupista se esfumó. Siempre me quedará la duda de cuánto tiempo habría podido disfrutar de aquello que tanto me apasionaba, hasta dónde hubiera llegado, pero así es la vida, my friend. Treinta y pico años dando vueltas por el mundo me alejaron definitivamente de este club, aunque siempre me quedará el recuerdo del ambientazo deportivo que se vivía en el Grupo aquellos años, y que seguirá siendo igual, o al menos parecido. Ahora habrá más chicas entrenando, y también más papis y mamis dando la murga a los chavales, pues otro sentimiento que recuerdo fue de libertad de movimientos, que a ciertas edades se agradece mucho.
En cuanto a las elecciones y su resultado, me alegro de no haber podido votar el otro día, pues dos de los candidatos, y muchos de sus colaboradores en sus respectivos equipos, son buenos amigos, por lo que hubiera estado en un aprieto. En todo caso, doy la enhorabuena a Joaco y su directiva, y estoy seguro de que harán un gran trabajo. Los sueños de juventud que aquí he contado no serán distintos a los de otros miles de chavales que pasaron por allí, y otros muchos más que están por llegar. Es mucha responsabilidad, la de mejorar un motor tan potente de formación de personas como es el Grupo, así que sólo les deseo acierto y viento a favor en esta nueva etapa. Espero que con sus esfuerzos y trabajo, logren con muchos chavales lo que Vicente, Meana, Pachi, Quini, Juanma, Mere, Sendín, Roncero y otros más me inculcaron, y por lo que les estaré siempre agradecido. Me refiero a vivir la vida haciendo deporte, que no es poca cosa. Suerte, grupistas.
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