Me vino esta idea hace unos días, tras leer al mismo tiempo dos entrevistas a personas de esas que aparecen de manera habitual por los medios. Sendos personajes públicos que, de alguna forma, responden al actual concepto de vips, líderes de opinión, 'influencers' o como ... gusten ustedes llamar a aquellos que tienen algo que decir a la tropa.

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'On Beauty', o 'Sobre la belleza', tal como fue publicado en castellano, es un libro de Zadie Smith, una afamada novelista londinense, autora de varios 'best seller', entre los que se encuentra el que da título a esta columna. En dicha obra, Smith narra la vida de dos familias muy distintas en casi todo, pero cuyos destinos se cruzan y determinan sus vivencias futuras. Hace ya tiempo que lo leí, pero me quedó grabada la maestría de la autora a la hora de expresar la belleza interior de las personas, o la ausencia de tal virtud. Me refiero al contraste que tan a menudo captamos entre la primera vista, la apariencia, y lo que se va descubriendo después, una vez que vamos conociendo al portador o portadora de esos presuntos encantos visuales. En ocasiones, tan sólo hace falta que él o ella abran un ratito la boca. Puede cambiar mucho la cosa partir de entonces, para bien, o para mal.

El viejo refrán ya nos advierte, al decirnos que no es oro todo lo que reluce. Durante nuestra vida se nos plantearán mil oportunidades de comprobar lo acertado de este dicho. Personas que parecían 'lo más', gente de lo más guay resulta que nos decepcionan profundamente; por el contrario, otras menos 'cool' nos pueden dar lecciones de vida, hacernos reflexionar o emocionarnos, cuando no obligarnos a 'hacerles la ola'. Sentimos así el contraste, el abismo en ocasiones, entre la primera impresión y el fondo, el núcleo. De ello va el libro de Smith, en qué consiste la belleza y dónde está. En qué lugar rascar para encontrarla es también un buen aprendizaje ya que, al fin y al cabo, el descubrimiento de la belleza oculta puede producir un gran placer, cuando no modestia, que nunca viene mal.

Al hilo de esto, vuelvo al comienzo, a lo de las entrevistas. La primera era a una actriz de gran éxito, de estas que cuentan ya con Goyas, Palmas de Oro y demás reconocimientos. Una chica joven, aparentemente lista y competente y, por supuesto, bellísima. Un 'pibón' en toda regla, tal como se le llama ahora. La moza en cuestión decía, sin venir tampoco muy a cuento, que sería más fácil que se la encontrase en un ritual de ayahuasca que en una iglesia. Me pregunté entonces qué le habrán hecho los que se dejan caer por esos lugares; al fin y al cabo, no deja de ser ese un sencillo acto voluntario, que cada cual hace cuando y cómo le da la gana, y que no suele causar perjuicio a nadie. Puede que esta bella se muestre más generosa de ánimo con los que frecuentan las mezquitas u otros templos, por la cuenta que le tiene, ya que estos no ponen la otra mejilla, como los pobres cristianos. Por otra parte, lo de la ayahuasca suena a droga ilegal, alucinógena y nada sana. Por mucho que esté de moda entre algunos personajes de la farándula, conlleva graves problemas de salud, así como preocupación y angustia al prójimo que nos aguanta cada día. En cambio, y que yo sepa, a los templos la gente no suele ir colocada, e incluso puede ocurrir el milagro de que allí dentro el más malvado tenga un súbito ramalazo de humanidad, siquiera un atisbo de arrepentimiento.

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Total, que tras dejar al tremendo 'pibón' y sus ayahuascas paso la página y me encuentro con la segunda entrevista, esta vez a un conocido escritor. Veo ahora a un tipo cincuentón, orondo y tirando a feo. El tipo posa de pie y serio, sin aparentar esfuerzo alguno por seducir, sacar pecho o meter barriga, a puro pelo. Lo hace sin nada de marca encima, y con las manos en los bolsillos, con su ropa de calle. Columnista desde hace años del Semanal XL que acompaña cada domingo a este diario, sus letras no dejan indiferente a nadie, y a veces exaspera con su lenguaje florido y sus frases enrevesadas. Anuncia allí un nuevo libro, 'Raros como yo', que quizás me anime a hojear algún día, pues el título promete. Este hombre se refiere así mismo como un 'perro verde', admite ser un tipo raro, y se reconoce a la intemperie como los malditos, aunque a renglón seguido aclara «malditos para la sociedad, pero benditos de Dios, que es lo que cuenta». Y ahí se queda, mirándome.

Me pregunto qué diría la bella sobre este paisano, semejante 'fistro' de la seducción, hasta dónde resonarían sus carcajadas. Es entonces cuando vuelve a mi mente Mrs. Smith, su 'On Beauty', y el enigma de la belleza. El fondo, y las apariencias. Quasimodo, y la princesa. La humildad, y la arrogancia. La diva, y el marginado. La bella, y la bestia. Así vivimos y así nos va, en el intrincado, cotidiano y maravilloso misterio de la condición humana.

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