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Hace poco tiempo leí en un 'XL Semanal', que acompaña cada domingo a este diario, un genial artículo de Pérez-Reverte. Uno de los cientos que lleva escritos ahí. En dicho artículo reconocía abiertamente que leía el 'Hola', y me hizo gracia su confesión, por ... lo inesperada y por el contraste entre la banalidad de esa lectura y la altura intelectual del lector. Yo no leo el 'Hola', no me interesa lo más mínimo, aunque después de enterarme de los gustos de don Arturo puede que sea un error eliminar de mi lista de preferencias tal decálogo de postureo mercantilizado y artificial cotilleo 'light'. Quizás esté minusvalorando la ridícula frivolidad glamurosa que inunda las páginas de ese gran éxito literario, rey del papel cuché.
Admito, en todo caso, que de vez en cuando cae en mis manos una publicación de este tipo, ya que tengo una suscriptora en casa. No diré qué revista es, porque voy a hablar de ella y no quiero amargar el día a nadie. Por dar alguna pista, digamos que se trata de una fina edición de moda, con elegante lomo, papel de buen gramaje y contenidos que huyen del mal gusto, la vulgaridad, el morbo, y el esperpento. Dicho de otro modo, un coñazo, vaya.
La revista en cuestión está plagada de penosos tópicos, como lo de 'adoro recibir en casa a mis amigos', o 'mi outfit favorito son los jeans y los sneakers', o 'mi secreto es el yoga y el body pump', o 'soy adicta al mindfullness'. Si se diera cuenta la susodicha (o susodicho, que los hay muy bobos) de la poca originalidad de sus chorradas, quizás preferiría decir que está hasta los mismísimos, que se ve cara de nabo, que tiene almorranas, o que zampa bollos, como todo el mundo. Aunque sospecho que entonces no lo leería nadie, claro.
Tengo que decir en mi descargo que presto poca atención a la letra, pero en cambio sí me intereso por la maquetación de la revista y, sobre todo, por las fotos. Estas son, por lo general, de una gran calidad. Las de cocina dan un montón de hambre, pues todo tiene muy buena pinta. Las de las casas (famoso enseña su humilde morada, ya saben, con todo desordenado y la cama sin hacer) también están muy curradas: la luz, los encuadres, todo en general resulta de lo más seductor. La choza en sí ayuda, por supuesto; la caseta del perro nunca sale, por mucho pedigrí que este tenga. Hablando de perros, les encanta sacarlos en los sofás, lo cual me cabrea bastante. El can en un 'cheslón' blanco con sus patazas, y su dueño también, con sucias botas de campo. Si te hubiera visto mi madre veríais qué rápido os bajabais de allí, los dos.
Pero bueno, de lo que quería hoy hablar y da título a esta columna, es de las modelos que aparecen por estos papeles. Las tías, para entendernos mejor, y disculpándome por lo soez e irreverente de la expresión. Deambulan por esta revista unas señoritas que anulan la razón, como no podría ser de otro modo. Siempre me ha hecho gracia la cara de cabreo que ponen, como si estuviesen a punto de lanzarle un 'uppercut' al fotógrafo. Supongo que si a una de éstas le da por reírse, la echan. Yo qué sé; si les han regalado flores, les tocó la bonoloto o durmieron bien la noche anterior, tienen un problema. De la que van para el trabajo tendrán que acordarse de su último cabreo, para así entrar con la actitud correcta, y los morros en su sitio.
La otra cosa que me despista últimamente, y aquí ya me meto en terreno movedizo, es que hay tías que no se sabe bien si son eso, o tíos. Me desconciertan un poco algunas, y eso que las hojeo a plena luz del día, que de noche todos los gatos son pardos. Pelo rapado, brazos musculados, mandíbulas tensas, anchas espaldas y hombros de gimnasio. Acostumbrado a curvas, rizos, rímel y terciopelo, como que no me fío, que uno está ya toreado. ¿Estaré mirando lo que creo que veo? Ese chándal 'oversize', ¿vendrá con premio? Me quejo en voz alta, y me dicen que lo que me pasa es que estoy muy anticuado. Pedazo de carcamal, me espetan. Me informan de que lo que vende ahora es la androginia, el 'kick-boxing', el 'six-pack' y las mancuernas. Que vuelva a ver 'Million Dollar Baby', a ver si de una vez me entero. Empoderamiento y cambio de roles, que lo sepas.
Es entonces cuando paso la hoja, y me topo con Leia Sfez. Un rostro en blanco y negro, mirando a la cámara, a página completa. Me detengo, levanto la vista, y vuelvo a mirar; ahora ya estoy preparado para cruzarme con esa mirada. Me quedo ahí quieto, un rato. Serio, asombrado. Pestañeo a continuación, y entro en Google. Me entero así de que esta chica, mujer, tía o como gusten nombrar a la imposible perfección, es la nueva niña mimada de las firmas de lujo parisinas. La verdad, no me extraña. Nada. Hay belleza, hay vida, hay esperanza. O al menos, eso parece.
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