Llegan las elecciones generales y en el ambiente, además del nerviosismo de los distintos partidos políticos, se aprecia la creciente incertidumbre de si alguno de los bloques, llamados de izquierdas y de derechas podrá gobernar en mayoría con los pactos pertinentes.

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Hay un fenómeno novedoso ... en esta ocasión que sorprende y alarma en algún sector: el voto de castigo, que también podríamos llamar 'votar con las vísceras'. A quienes se preguntan cómo puede ser tal vez mejor se pregunten por qué. Encontrarán las respuestas en los hechos de los últimos cuatro años. Las reacciones de última hora y sobreactuadas resultan tardías y equivocadas.

Los trabajadores y la juventud de este país no son de extrema derecha, pero sí que se pueden hartar de los insultos a la inteligencia y votar visceralmente como castigo en un porcentaje considerable y creciente. Los llamados partidos de izquierdas prefieren ignorar el análisis y posibles causas, optando por acusar y dedicar distintos calificativos nada respetuosos, con lo cual suelen contribuir al cabreo y a que el voto de castigo crezca.

Citemos algunos ejemplos, aunque la lista es bastante más extensa. Dos estados de excepción convertidos en estados de alarma, abusar del gobierno por reales decretos, presumir del aumento de afiliados a la Seguridad Social cuando no pocas personas tienen que tener varios trabajos de menos horas y peor remunerados, querer ocultar un desempleo juvenil a la cabeza de Europa, ignorar la enorme pérdida de poder adquisitivo de la población, incluso querer convencer de la no subida permanente de la bolsa de la compra; la mitad del Gobierno se pronuncia en apoyo incondicional de Ucrania y su lucha contra Rusia y la otra mitad se esconde, ha desaparecido el 'no a la guerra'. Una guerra que sufre especialmente la población civil ucraniana y que, junto a Europa, será la gran perdedora.

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A las anteriores razones bien podríamos añadir que ha sido desactivada y anulada, no sólo en la calle, casi toda capacidad de respuesta de la sociedad civil, sirviéndose incluso de la desinformación variada. Políticas segmentadas, sin reconocer errores cuando se produjeron.Y dejar constancia de la clara inexistencia en estos momentos de un partido político con el perfil de los trabajadores y/o que los represente. Quienes sufren esto cada día no pueden aceptar que se les intente convencer de lo contrario.

Avisan de peligros que vienen. Cabe preguntarse si apuntan en la dirección correcta. Estamos ante la revolución más amplia y profunda de nuestra historia, el transhumanismo, donde parece que el ser humano pasará a estar al servicio de la tecnología, especialmente la Inteligencia Artificial. Previamente tenemos ya en marcha un proceso de poder transnacional que está cambiando el modelo económico y social, y creando no pocos problemas de toda índole. En este sentido, cabría analizar en profundidad los discursos y contenidos de las propuestas políticas de nuestros partidos. Un dato: PSOE, PP, Podemos y Sumar coinciden sin ambages con esa entelequia llamada Agenda 2030, de la que solo sabemos que son objetivos de desarrollo sostenible. Sus discursos son bastante coincidentes en no pocas ocasiones con los del Foro Económico Mundial -Foro de Davos-. Tal parece que ese poder transnacional se está imponiendo también a nivel político y de manera muy horizontal como podemos comprobar. La izquierda de contenidos a debate parece residual y casi marginal, la llamada izquierda institucional es algo así como una imagen con discursos de izquierda poco entendibles y de contenido liberal, regidos por poderes económicos de amplio calado.

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Pasado el 23 de julio próximo tendremos en el gobierno un bloque llamado de izquierdas o de derechas. En lo fundamental la mayoría social, los trabajadores y pensionistas, continuaremos soportando el peso de las consecuencias. Si gobierna la llamada derecha volverá cierto ruido a las calles y veremos hasta dónde llegan los cambios que algunos vaticinan. Partiendo de este mundo tan global, casi 'globalitario' que ya se impone. Si gobierna el bloque llamado de izquierdas, veremos si aplican las recetas milagrosas que prometen y que no aplicaron en estos cuatro años. De todas formas, sea un resultado u otro, me pregunto: ¿será posible un proceso con debates transversales y de contenidos en el ámbito de la izquierda, para prepararnos y dar respuesta a los retos tan importantes que nos vienen, o por el contrario continuará la política de imagen, discursos y redes sociales?

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