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Los pasados 16 y 17 de noviembre se produjo el debate, votación y investidura del nuevo presidente del Gobierno Pedro Sánchez. En algo que viene siendo habitual, asistimos a unos plenos muy poco edificantes, por ser suaves. Muros que de siempre dividen y nos vendieron ... como defensa, discursos anacrónicos, mofas, retos bravucones, insultos y hasta poner en duda la salud mental del rival, fueron algunas de las perlas que pudimos escuchar. Esta fue la aportación de nuestros políticos, para la crispación de las dos Españas.
El personaje da el perfil de alguien dispuesto a todo por conservar el poder, «hacer de la necesidad virtud» lo llama él. 'El fin justifica los medios' lo define con más precisión. El PSOE ha entrado en una deriva que bien le podría llevar a una situación similar a la del Partido Socialista francés. ¿Pero, puede una sola persona vulnerar tanto de aquí, como de la Europa comunitaria, sin consecuencias? Aplicando la lógica y el sentido común, nos indicarán que estamos ante algo de mucho más calado, que implica un poder más amplio, con la fuerza y argumentos capaces de imponer y/o seducir una ambición tan desmedida. Eso que llamamos coloquialmente 'Europa' nos lo puede aclarar en breve, si interviene de alguna manera ante los no pocos aspectos que también se están vulnerando en normativas y disposiciones comunitarias. Nos tranquilizaría mucho, además de ayudar a recuperar credibilidad en el Parlamento Europeo. Pero si decide ponerse de perfil, resultaría de lo más revelador; sería como amparar este desmán y propiciar un experimento territorial y político para España.
España es el país perfecto comunitario, dada la creciente deriva nacionalista e independentista, donde experimentar eso que llaman la 'Europa de las regiones'. Algo que apunta más a un sistema para autócratas, con la capo comisaria Ursula Von der Leyen al frente. Que se sumaría a la Agenda Globalista 2030. Ambos objetivos figuran en el ideario del flamante presidente de Gobierno, que no pierde oportunidad para renovar, con todo tipo de gestos, poses y expresiones, el compromiso adquirido con estos recientes principios ideológicos, que vienen más allá de los Pirineos, uno, y allende los mares, el otro.
Para nada son principios progresistas y de izquierdas, eso supondría un cambio drástico del modelo de país que tenemos. La agricultura e industria españolas, por ejemplo, se verían drásticamente perjudicadas. Por tanto, los trabajadores serían quienes pagasen gravemente las consecuencias. Esos discursos falaces de contar prioritariamente con los trabajadores sólo son cantos de sirena para impedir la reacción de estos, incluso cuando hay no pocos indicios de lo que ya está sucediendo. Si nos preguntamos ¿a quién beneficia?, comenzaremos por percibir que esta investidura era mucho más que elegir un presidente del Gobierno.
Usando perversamente los términos progresista y de izquierda, se está llevando a término una liquidación económica, social y de modelo político. Los trabajadores y ciudadanía están prácticamente indefensos, no hay organizaciones de izquierdas que los representen en estos momentos. Es necesaria la reacción de la sociedad civil evitando caer en las redes de quienes pretenden sacar beneficio político interesado. El problema es de tal magnitud y transversal, que los valores y principios que siempre propugnó la izquierda están en entredicho. Es el momento de plasmarlos en compromisos y no con enfrentamientos.
Hay algunos acontecimientos y declaraciones que nos ilustran perfectamente sobre qué podemos estar. El parlamentario del PSOE Santos Cerdán, que negoció en Waterloo con Puigdemont, reconoció haber iniciado las negociaciones en marzo de 2023, antes incluso que las elecciones autonómicas de mayo y generales de julio. Luego mucho antes de 'la necesidad' ya había un claro plan y fin. Por otro lado, los grupos nacionalistas, tras la elección del nuevo presidente del Gobierno, insisten con frecuencia en que esta legislatura ha de ser la del «avance significativo hacia la plurinacionalidad». Ambos detalles resultan muy elocuentes.
Desde el PSOE se insiste a menudo en que la derecha española sigue directrices de eso que se denomina 'trumpismo', y por momentos tal parece. Pero no es menos aparente que desde el propio PSOE, como alumno aventajado -dime de que presumes....- se siguen propuestas y principios grandilocuentes, nada claros en el desarrollo, entelequias experimentales que no evidencian beneficio para los trabajadores y si preocupaciones más que razonables. ¿Quién les dicta a ellos?
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