Nos siguen haciendo llegar, desde la irresponsabilidad y la insensatez, la construcción de un relato para la guerra.

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Recientemente, el presidente francés Emmanuel Macron, tras una reunión con líderes europeos en el Elíseo, aseguró que «había un consenso para ir en el futuro hacia una ... economía de guerra y enviar tropas a combatir a Ucrania», a la vez que intenta establecer y orientar el servicio militar obligatorio a tal fin. Recordemos que la economía de guerra supone dedicar la industria fundamentalmente a la producción armamentística y la aplicación del racionamiento. El objetivo último parece claro. A través de toda esta propaganda construyen un relato que vaya creando una opinión de aceptación generalizada en la ciudadanía. Conseguir al fin una sociedad desinformada que no reaccione y pueda ser arrastrada a ser víctima, como sucedió en las dos grandes guerras del siglo XX.

A los pocos días, el secretario de Defensa estadounidense aseguro que «si Rusia doblega a Ucrania la OTAN entrará en lucha con Rusia, puesto que Putin no parará su avance de agresiones en la región». Nos siguen aclarando quién decide y dirige el Acuerdo de Cooperación OTAN-UE, y no precisamente en función de los intereses de Europa. Desde hace tiempo evidencian estrategias para desintegrar definitivamente Europa desde el punto de vista geopolítico y disgregar geoestratégicamente a Rusia. Los resultados no han sido los apetecidos hasta ahora. Tal parece que una guerra en toda Europa, sería la tercera, es la alternativa definitiva en principio, puesto que supondría la guerra total y con armas nucleares muy posiblemente en acción, que la harían absolutamente imprevisible en evolución y alcance.

Crean por adelantado y artificialmente una posible agresión, instigando insistentemente al propicio enemigo, y en plena construcción de la guerra se nos presentan como salvadores, sugiriéndonos que puesto que ellos están para decidir e imponernos, quienes han de morir en los campos de batalla son nuestros jóvenes e hijos. ¿Y no vamos a decir ni hacer nada? El ejemplo no ya reciente, sino presente, es Ucrania, con dos años de guerra y ni un mísero atisbo de convención por la paz y sí un constante apostar por la guerra y envío de armas. La excepción reciente han sido las declaraciones del Papa: «Ucrania debería tener el coraje de sacar la bandera blanca y negociar, eso sería un acto valiente».

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Ante esto, vaya un mensaje de reflexión a los jóvenes, mayoritariamente ajenos a esta obscena y peligrosísima propaganda. Ellos, son quienes se verían seriamente afectados. Les sugiero recordar el movimiento pacifista que se dio entre las dos grandes guerras, donde no pocos jóvenes europeos asumieron que nunca más participarían en guerra alguna, tras las experiencias de la primera. Al final, seducidos y convencidos, morían de nuevo en la segunda. También películas: 'Senderos de gloria' y 'El Cazador'. En la primera, Stanley Kubrick no sólo nos muestra la monstruosidad de la Primera Guerra Mundial, sino que nos enseña cómo falsos valores se imponen y ejecutan nauseabundamente. 'El Cazador', de Michael Cimino, ambientada en la Guerra del Vietnam, ya desde el inicio impacta: la imagen de la fábrica al amanecer, donde trabajan los tres amigos, era como la fábrica donde yo trabajaba. Sólo el azar hace que nuestra llegada a este mundo sea aquí o allá. La diferencia estaba en que ellos los fines de semana iban a cazar, y yo a escalar.

En la primera gran guerra se calcula que murieron casi diez millones de soldados, en la segunda se baraja la cifra de entre cincuenta y sesenta millones, aunque hay historiadores que apuntan a cien. En ambas, la evolución de los acontecimientos propició que quienes dieron sus vidas lo hicieran por causas obligadas. También hubo europeos, los menos, que eludieron participar. Esos nos han enviado la enseñanza para el aquí y ahora. Máxime cuando parece que de nuevo pretenden imponérnoslo en Europa.

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La Comisión Europea, el Parlamento Europeo y algunos presidentes nacionales apuestan constantemente por la guerra. ¿Por qué esta sumisión de los gobernantes europeos, con alianzas ajenas a los intereses de Europa? Cuando su cometido debería ser hacer propuestas que desactivasen la posible guerra y no propaganda bélica.

Dado que tampoco hay postura política alguna que proponga una oposición continuada, la respuesta a favor de la neutralidad tendrá que venir de la ciudadanía organizada, de manera plural e intergenaracional. No hay tiempo que perder, se ha de producir antes de que el relato se convierta en hechos.

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Procede tener muy en cuenta aquello que le atribuyen a Bertolt Brecht, porque tal parece que ahora ya nos puede tocar a nosotros. Europa tiene que cambiar la historia y ¡evitar la guerra!

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