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El discurso dado por el vicepresidente de los EE UU James David Vance, recientemente en Múnich, nos deja meridianamente claro que la guerra entre capitalismos ... es un hecho y, que en EE UU se ha producido un cambio de régimen que nos afecta geopolíticamente. Los perdedores no se resignan y han decidido utilizar Europa en su ofensiva. Imponernos la economía de guerra, y como, por parte de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von de Leyen, no solo constata todo lo anterior, también añade serios problemas para una Europa en declive.
Con Ursula von der Leyen repitiendo como presidenta de la CE, sin que de nuevo fuese elegida por los europeos, hace de Europa una especie de zona franca para una élite económica que ejerce como lobby, a la vez que avanza en la imposición de un gobierno único global que reduce libertades y anula la democracia, además de teledirigir a no pocos políticos y presidentes.
Cada vez se aprecian más claramente dos de los objetivos de la guerra de Ucrania, desintegrar Europa y disgregar Rusia. Lo de Europa están todavía en ello, el rearme y la economía de guerra pueden ser la estocada final. Lo de Rusia no les coló, pero nos lo ha dejado meridianamente claro la vicepresidenta de la Comisión Europea Kaja Kallas al declarar: «Hay muchas naciones en Rusia y sería bueno una Rusia troceada y no tanto poder junto».
Cuando se atisba la posibilidad de negociar la paz y se reconocen las verdades desinformadas sobre la guerra de Ucrania, salen precipitadamente quienes parecen actuar de portavoces de esas oligarquías financieras y de poder para apostar por el rearme y la guerra.
Es muy sintomático que Inglaterra iniciara la idea de rearmarse, continuar la guerra de Ucrania e incluso enviar tropas al terreno. Esta abandonó la Unión Europea para combatirla y ha apostado por la guerra en Ucrania desde su origen, además de torpedear los pocos intentos de paz como el del 2022 en Estambul. Sabida es también la influencia y desde que poder económico opera la familia real británica.
Macron ya había apuntado la economía de guerra, enviar tropas a Ucrania y establecer nuevamente el servicio militar. Ahora da un paso más inventándose que: «Rusia es una amenaza para nuestra seguridad y no se detendrá en Ucrania». Debió acordarse de Napoleón y arengó: «Convoco a todos los ejércitos de Europa». También aseguró «poner al servicio de Europa el arsenal nuclear francés», cuando este solo puede utilizarse para defender la República Francesa. No le resta mucho ya en el poder y parece estar dispuesto a llevarnos a la guerra, para favorecer también, una vez más, a un poder financiero como es Rothschild.
Ursula von der Leyen compareció para imponer la economía de guerra. De buenas a primeras aseguró: «Estamos en la era del rearme», afirmando poder movilizar hasta 800.000 millones. Si a esto unimos sus también declaraciones: «Convertiremos el ahorro privado en inversiones muy necesarias», queda bastante claro quién lo pagará y a quién beneficia la Comisión Europea de Ursula von der Leyen, no precisamente a Europa y menos a los europeos.
Es muy llamativo que tras las elecciones de USA y los atisbos de negociación para poner fin a la guerra, además de la OTAN, aparezca esta idea de rearme de Europa, propuesta de manera improvisada y por quienes. Dispuestos a llevarnos a una seria amenaza de guerra total se inventan el enemigo y la amenaza. A la vez, endeudamiento sin límite y el negocio a nuestra costa, empobreciéndonos y atacando la economía europea, puesto que el sector primario y secundario están en franca recesión por la nefasta política europea. Y como le dijo el primer ministro Finlandés Petteri Orpo a Pedro Sánchez recientemente: «Esto no será posible sin reducir el gasto social».
Por razones históricas, geopolíticas y geoestratégicas, Rusia no es una amenaza para Europa. Los enfrentamientos del pasado lo fueron por invasiones en Rusia llegadas desde Europa. Las amenazas para Europa están más dentro de su seno, por parte de quienes nos utilizan para sus fines de poder y económicos, también por quienes nos desgobiernan estando al servicio de los anteriores y nos proponen el negocio armamentístico como solución.
El posible acuerdo de paz llevará tiempo y será complejo. Son muchos los aspectos sobre los que deberán acordar: territorio, zona franca de seguridad como frontera, restricciones militares y la no presencia de misiles. En definitiva, geopolítica y algo muy importante para Europa, energía. Los gaseoductos, por ejemplo, fundamentales para abaratar la energía, una de las claves para Europa. Por tanto, todo lo que no sea entenderse con los vecinos del norte perjudicará a Europa. Y apostar por la economía de guerra, aumentando el gasto en armamento como negocio, es ir contra Europa, los europeos y apostar por la guerra.
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