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El horno no está para bollos. Ramírez, que figura como entrenador del Sporting y aspira a ser un fenómeno, pendiente de ganar dos partidos, sigue con discursos irracionales, pero con el respaldo de la cada día más poblada 'planta noble' de Mareo.
En este Real ... Club no existe autocrítica, ni suelen admitirse errores, tanto en el campo como en los despachos. Lo más parecido a una responsabilidad reconocida fueron las palabras de Alejandro Carlos Irarragorri cuando dijo que si no se jugaba el 'play off' era culpa suya, aunque a su llegada en julio lo fijó como objetivo.
El cuerpo técnico del Sporting, dependiente de Orlegi, ahora es más abundante en Mareo, con los señores Villaseñor y Conesa casi empadronados en Gijón. Ahora controlan más al Sporting, donde parece que el intermediario en excedencia Gerardo García está para ir de turista a los viajes. A cuatro puntos del descenso y con un calendario preocupante se necesitan soluciones, que a estas alturas no son fáciles.
En la campaña anterior, el mítico Joaquín aseveró que el mejor dúo de pivotes en Segunda eran Pedro y Gragera. Por su trayectoria y experiencia algo sabe. Guerra malvendió al gijonés para hacer caja y Ramírez desperdicia al mierense fuera de sitio, de media punta o incluso de delantero, como pasó en Burgos. Un disparate.
El último ramalazo del míster fue descubrir a Marsá, fichado como central el 31 de enero, de medio con Varane de compañero. El experimento del catalán estuvo bien. El francés cumplió, pero hay que verlo más. Como doble pivote defensivo, el nuevo dúo parece interesante, pero asumir la creación del juego no está a su alcance.
El entrenador canario es muy obstinado. Para admitir este desaguisado hubiera sido mejor seguir con Abelardo, pero el técnico gijonés no tenía la sumisión de Ramírez, que dice lo que le agrada escuchar al patrón.
El momento que se vive en el Sporting es agobiante. A la dubitativa marcha deportiva se suman las actuaciones estelares de algunos 'artistas'. La pasada semana hubo una viral sesión de peluquería del apreciado Iván Cuéllar. Una broma de mal gusto. Tras el rancio empate de Burgos apareció Otero en una vergonzosa imagen en Instagram, en plan striper. Lo nunca visto.
El club tiene un departamento de comunicación que está, entre otras cosas, para controlar las redes sociales, pero el sustituto de Leli Rubiera se asienta en su servilismo para tener contenta a la cúpula, con altanería para no ganarse el respeto del personal. El melillense tiene el control perdido. Es un problema para el club, salvo que al patrón y sus adjuntos les vaya bien así.
Si el Sporting ganara y la situación en la clasificación fuera tranquila, estas cosas no se apreciarían. No es el caso, con la presión añadida de que es necesario puntuar en Las Palmas antes de recibir al Granada, dos firmes aspirantes al ascenso. Casi nada. ¡Vaya cómo está el patio!
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