La primera imagen del Sporting en el debut liguero fue extraña. Ilusionante en el primer cuarto de hora, sorprendente tras la lesión de Nacho Méndez, decepcionante en la fase final del primer tiempo y atropellada después, con mucho empuje y poco fútbol. Por méritos, el ... empate sido más justo, pero el acierto del rival y los regalos locales influyeron en exceso.
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El 4-3-3 de Albés funcionó en el inicio del partido, con ambición, presión y recuperaciones en el campo contrario. Luego, dejó de funcionar, aunque Nacho Martín dio más solidez al juego en el centro del campo. En cualquier caso, es evidente que el equipo está incompleto.
El cuerpo técnico del Sporting lleva muchos meses de trabajo para estar a diez días del cierre de mercado (se acaba el 30 de agosto) con tiras y aflojas, a la espera de ofrecimientos o descartes. Estar a estas alturas con varios frentes abiertos en negociaciones es señal de incompetencia o de que no hay dinero. Y no puede ser un consuelo que otros clubes estén en una situación parecida o peor.
David Guerra se mostró muy firme en su última actuación en la Plaza Mayor, en la presentación de la plantilla, al asegurar cuatro fichajes más. Ahora parece que son tres. Incluso Albés se conforma. La conclusión es que la planificación realizada por el cuerpo técnico no es propia de profesionales. No es algo nuevo. Lamentablemente, pasó más veces.
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El presidente ejecutivo presumió de tener mejor plantilla que en la pasada campaña. Tiene razón cuando reconoce no saber del fútbol. Se nota en la estructura deportiva que tiene este Real Club, incluido lo que queda de cantera. El centro de la defensa tiene menos altura y seguridad. Fue una torpeza no haber aguantado a Insua. Los nuevos gladiadores del centro del campo no son mejores que Rivera, seguimos sin extremos de verdad y también pendientes de que Caicedo y Dubasin tengan más eficacia que en sus últimos cursos.
En el centro del campo se echa de menos alguien que aporte ideas ofensivas. Gelabert se ve como esa solución. En Miranda de Ebro estuvo notable y en Toulouse, donde no tuvo excesiva presencia, adquirió experiencia. Hay motivos para confiar.
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Además del hijo de Juanmi, faltan más incorporaciones, que deben marcar diferencias. Con lo visto el domingo va a ser complicado pensar en altas cotas. Guerra cumple con su labor de incentivar a la afición. En el márketing y los discursos es un fenómeno. Tiene mérito, porque contribuye a que el Sporting ronde los 22.000 abonados, cifra pocas veces conseguida, y a tener una espectacular ilusión en la afición, con un ambiente muy alentador.
Todo eso está muy bien, pero se consolidaría con una buena plantilla, que consiga buenos resultados. Parece que este año hay un entrenador. Ahora falta que las promesas de David Guerra sean una realidad. Por el bien del Sporting. Y también de Orlegi.
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