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Las urgencias del Sporting, después de haberse complicado su situación, provocan que la visita del Tenerife tenga un carácter de final. Se necesita que El ... Molinón sea una caldera.
El Sporting puede reconducir la temporada en los dos próximos partidos frente a rivales en descenso. El Tenerife estaba casi desahuciado, pero tres victorias en las últimas cuatro jornadas le insuflaron optimismo para pensar en la permanencia que tiene a nueve puntos.
Suena a milagro, pero en la isla se aferran a las matemáticas. Después, el domingo de Ramos, los rojiblancos visitarán al Eldense, que fija el descenso cinco puntos por debajo.
La situación actual del Sporting era impensable hace dos meses. Incluso en el inicio del año se mantenía la ilusión de recuperación para regresar a la zona de 'play off'. Las esperanzas se fueron diluyendo, a la vez que crecía el pesimismo con el paso de las jornadas.
La derrota ante el Albacete hizo sonar las alarmas. Volvieron a retumbar en Huesca. El partido de mañana es muy importante.
Un triunfo permitiría al Sporting alejar al Tenerife a quince puntos, sobre 24 pendientes. Sería un rival menos. El problema se complicaría si no gana, pendiente de los marcadores del Zaragoza, que recibe al Mirandés, y, sobre todo, del Eldense, que visita al hundido Cartagena.
El Tenerife tiene el sello de Álvaro Cervera, un entrenador caracterizado por un fútbol defensivo, para sorprender al contraataque. Así subió al Cádiz. En Oviedo lo aguantaron mucho, con excesivo aburrimiento, hasta que el balón se cansó. Lo previsible es que los isleños vengan a Gijón a defender su área para aprovechar algún descuido de la zaga local, aunque el empate no les vale.
El Sporting está obligado a cambiar radicalmente su estilo, pero también esperar que los arbitrajes dejen de flagelarlo. Un detalle: Yáñez fue expulsado ante el Albacete con una segunda amarilla en una intervención kafkiana del VAR. Sin embargo, el pasado domingo en Huesca, el local Joaquín Muñoz no vio la segunda amonestación en una acción igual. Los gijoneses tienen motivos para quejarse.
Las teorías tácticas de Albés se distorsionaron en los últimos meses, quizás influido por la plaga de bajas. Ya le tocó alguna bronca. También determinados jugadores conocen los pitos de El Molinón y el palco empezó a sufrir el hartazgo de la afición con la gestión de Orlegi, diferente desde que el Ayuntamiento descartó un millonario gasto para acoger el Mundial que quería el patrón Irarragorri.
Como bien dijo Dubasin, el Sporting necesita mañana el apoyo de la grada los 90 minutos. Es preciso que la afición aparque la decepción. Está en juego la permanencia. Cuando acabe el encuentro, según el espectáculo y el marcador, habrá opción de exteriorizar los sentimientos.
Los responsables de la gestión no quedarán fuera de las dedicatorias, pero primero hay que ganar el partido del año.
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