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En el fútbol hay factores fundamentales. Uno es la intensidad. En Elche, el Sporting hizo un notable primer tiempo, pero tras el descanso no lo afrontó con la misma convicción. Dos errores, más un arbitraje hogareño, terminaron con la mejor racha.
Albés optó por no ... mover lo que funciona. En la primera parte, aunque sin apenas llegadas, el partido estuvo animado. La imagen del Sporting fue agradable. El míster modificó el equipo en el descanso, por la tarjeta de Pablo. Y Cote se comió el primer gol. El segundo tanto se produjo en un desajuste de los centrales, con el conjunto diluido. El gol de Dubasin animó la tarde, aunque el sevillano Orellana Cid se encargó de avasallar a los rojiblancos con ocho tarjetas y pasar por alto un derribo a Nacho Méndez en el que bien pudo señalar penalti. Demasiado influyente.
El arbitraje no puede ser una disculpa. Dos errores defensivos, la falta de agresividad ofensiva, algunas actitudes poco apasionadas, cierto nerviosismo y las limitaciones de la plantilla se pagaron. Que el míster tenga a Caicedo por delante de Campuzano es preocupante.
Había muchas expectativas de ganar en el Martínez Valero y visto el partido es una pena no haber puntuado ante un rival que no es mejor. Como dice el refrán, nuestro gozo, en un pozo.
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