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El resultado de Elda salió bien. Era lo esperado. Además, las plegarias a la Virgen de Arrate y a San Pascual Baylón debieron ser muy fervorosas, porque tanto el Eibar como el Mini-Villarreal favorecieron el final feliz del Sporting.
El ya histórico partido del ... Pepico Amat dejó alguna lectura interesante. El triunfo permite a Ramírez ir de 'gallu'. El míster recordó que cuando llegó hace un año y medio encontró un equipo con un punto por encima del descenso (eran cinco), aunque en el curso pasado hubo que esperar deméritos de otros para no resbalar en el penúltimo peldaño. También desveló que el fichaje de Roque Mesa fue para lo que hizo en Elda, jugar 45 minutos y marcar un gol, tras estar casi todo el año en el monte del olvido, sin un organizador en el equipo.
El partido estaba destinado a salir bien, porque ver dos pivotes defensivos sin nociones de crear juego y sin extremos en un equipo que necesitaba ganar fue chocante, lo mismo que poner dos delanteros al final, quitando un medio de contención cuando más atacaba el equipo local. Ramírez tiene todo calculado. Lo explica con cierta euforia en sus disertaciones antes y después de los partidos. Ya otras veces se apreciaron los efectos de decisiones novedosas, como las del central Pascanu de lateral, Villalba marcando al linier, Varane pasando de figura al ostracismo, lo contrario de Rivera, más vaivenes con Nacho Martín y Diego Sánchez, los bailes de los centrales, la pasión por el fichaje de Mario o el 'caso Djuka', pero el míster es quien sabe de esto, como advirtió repetidamente, matizando que los que estamos fuera del fútbol no sabemos, aunque no creamos que los pájaros maman y pensemos que no confundimos jugar al fútbol con empujar el balón. Lo que importa es que, hasta ahora, el programa de Ramírez le está saliendo bien al Sporting.
La ilusión se desborda con el 'play off'. Es razonable después de haber tenido la moral minada por derrotas como las del Amorebieta o Villarreal B y de la imagen de tantos partidos, como la de Zaragoza. Quizá fuera para dar emoción, aunque ese tipo de agitaciones no son deseables.
El Sporting está en la línea de batir registros cada semana. El Molinón volverá a llenarse, como cuando el 'casi ascenso' de Marcelino, por poner un ejemplo, la época del cartel de 'no hay papel' los viernes.
La euforia está desatada. Viene el Espanyol que ya sabe lo que es perder en Gijón. Derrochar alegría es bueno. Es impensable la reacción de la afición del Sporting en estos tiempos con Megido, Morán, Quini, Churruca y Ferrero en lugar de Hassan, Djuka o Mario. Es posible que se precisara ampliar el aeropuerto para los recibimientos en los viajes o copiarle al bueno de Pelayo Barcia la idea de urbanizar el Piles para la recepción las previas en El Molinón.
Escuchar a Ramírez es reconfortante y estimulante. En el argot 'playu' se diría que 'ye un gallu'. Tiene que salir bien. Seguro.
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