La exclusión del Sporting Atlético en la primera eliminatoria de ascenso refleja el fracaso de la temporada del principal exponente de Mareo. Algún responsable técnico del club debería salir a dar explicaciones de esta frustración, porque lo hecho con el Sporting Atlético es inadmisible.

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El ... análisis de la situación del equipo no es por un partido. Es víctima de dos años de errores en la planificación. La cabeza visible es Óscar Garro, con la participación de Iñaki Tejada y Pedro Menéndez. El curso anterior, el entonces Sporting B también fue eliminado en la primera ronda, con una plantilla con más potencial que la actual. El entrenador Zulaika, elogiado por los jugadores, hizo lo que pudo.

Los nuevos técnicos que llegaron después del barrido que aplicó Orlegi tras comprar el Sporting mostraron su incapacidad en la organización de la cantera de un club. Garro había estado antes en el Alavés, donde en tres años sacó para el primer equipo sólo un jugador que no se consolidó. Un balance poco gratificante. Antes estuvo en la cantera de un club de los Cárpatos ucranianos, sin referencias.

La organización de la temporada en Mareo fue esperpéntica, con un fracaso rotundo en los objetivos y sin rentabilidad en la promoción de jugadores. Es lógico cuando la plantilla se confecciona con numerosos fichajes foráneos, de los que una docena son extranjeros, incluidos los compromisos mexicanos, sin un estudio con rigor de las posibilidades de cada futbolista y de equilibro de la plantilla. Incluso se pagaron traspasos por Ebea y Cáceres, que no son titulares habituales. Lo que hicieron los fichajes fue cerrar el paso a los chavales de la casa, ralentizando y disminuyendo sus opciones de futuro.

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Las innovaciones de Garro ocasionaron gastos inútiles en jugadores sin proyección. Si el Sporting Atlético se confeccionó pensando en que con los fichajes de fuera iban a descubrirse figuras, con un resultado totalmente contrario, el artificial Sporting C aglutinó jugadores para jugar en categoría regional, donde no se forman jugadores para el fútbol profesional. Esa experiencia ya la hubo en Mareo en los años 80 con el Sporting Promesas, que apenas duró tres años. El segundo filial también sirvió para desmembrar a los equipos juveniles. Si llegan a querer hacerlo tan mal a propósito, no lo hubieran logrado con tanto perfeccionamiento.

Los planes en la cantera tienen otros experimentos de Pedro Menéndez, responsable de captación, que quiere jugadores altos y fuertes, mientras que le sobran los bajitos, aunque sean técnicos. Con su programa de genialidades, Iniestas o Messis no entrarían en los filiales del Sporting.

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Dado el fracaso, la postura coherente en un club de fútbol como el Sporting, con una cantera consolidada, sería prescindir de los autores que están desarmando Mareo y sustituirlos por profesionales de verdad. Alguno habrá por Asturias que conozca el fútbol base.

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