Un mal entrenador puede estropear un buen equipo y uno bueno puede sacar rendimiento a un plantel mediocre. El potencial del Sporting esta temporada parece inferior al de la pasada, pero tiene mejor entrenador. Por lo menos tiene entrenador. Ya era hora después de tantos ... experimentos con ignorantes sensaciones o imprudentes recomendaciones. De momento, Albés es la más destacada de las incorporaciones de este curso en el Sporting. Tiene una idea concreta de disposición táctica, según tenga el balón o precise robarlo, aunque en alguno de sus dibujos sea necesaria una precisión total en los automatismos de los 'artistas'. Lo más reciente salió bien y las ilusiones están alimentadas en la jornada 8.

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Al margen del casi perfecto dispositivo defensivo, el partido de Eibar dejó algunas conclusiones satisfactorias con nombres propios. Una es el regreso de Gaspar. El interior gijonés tuvo un extraordinario inicio en la campaña precedente, pero en febrero empezó a tener un bajón sorprendente.

En Ipurúa, aunque haya sido poco tiempo, mostró su mejor versión, redondeada con su excelente gol. Nacho Martín da otro aire al centro del campo. En su trayectoria, desde que debutó con Abelardo, llevó una progresión ascendente, tras unos inicios dubitativos, propio de la inexperiencia. Su reválida ahora es convencer a Albés de que tiene sitio. En los dos últimos encuentros enseñó su personalidad como pivote versátil y parece haber alcanzado cierta madurez futbolística.

Olaetxea hace una labor que no derrama excelencias para la galería, pero para el equipo es un peón básico. Dubasin llegó con un cartel de decepción y vulgaridad en el Oviedo y en el Basilea, lo que generaba desconfianza, menos a su entrenador. Con Albés es otro futbolista de más nivel. En el Sporting tiene un estilo dinámico y ve portería. Su listón está en los diez goles que marcó en el Logroñés, en Primera RFEF, y en el Albacete de Albés en Segunda. Lleva camino de superarlo.

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Gelabert es el genio del balón esta temporada, aunque tarda un poco en entrar en los partidos. Merece ser destacada la capacidad de sufrimiento de Campuzano, quien aguantó diez minutos con un esguince desde el penalti no señalado por Galech Apezteguía hasta el final. El árbitro navarro necesita una revisión ocular. Y el del VAR, el canario González Francés, una inhabilitación por incompetente. Debutó Maras. Es contundente y va bien por alto. No le pidan más. Tampoco puede exigirse mucho a Caicedo. Tiene envergadura, cuerpea, estorba y espera que llegue el gol en un partido oficial.

En Ipurúa extrañaron los pantalones rojos. El color oficial ahora es blanco. Podía haberse usado. Solo si no se llega a cambiarse de forma caprichosa el tradicional azul, el de siempre, el histórico por excelencia, por el blanco hubiera sido justificado el cambio. No hay rigor, ni respeto a la uniformidad. Así es el fútbol de ahora.

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