Un divorcio silencioso

La relación actual entre el club y el consistorio es fría. Se aprecia un divorcio silencioso, sin entendimiento. Orlegi quiere reconducir unos vínculos dañados desde que el planteamiento de Irarragorri para que Gijón fuera sede del Mundial 2030 cansara al equipo de Moriyón. La financiación que el patrón dijo tener controlada nunca la explicó, para acabar con la necesidad de una inversión millonaria, principalmente del Ayuntamiento, para asumir la obra y las condiciones leoninas de la FIFA. La presentación de la propuesta se entendió como un engaño. Por eso no se fían del dirigente mexicano.

No estuvo bien el equipo de gobierno cuando comunicó el desalojo de más de 300 asientos de abonados en El Molinón en vísperas del partido ante el Cádiz, con una fiesta y sin margen para reubicarlos. Tampoco fueron afortunados los mupis del 'Gijón ye mundial', pero si el Sporting quiere una reconciliación será difícil con comunicados agresivos, como el último del 31 de octubre.

Al Sporting le interesa más llevarse bien con el Ayuntamiento. Posturas altaneras o de protesta encontrarán el silencio por respuesta. Por su parte, los rectores del consistorio no deben olvidar que cada jornada va más de 20.000 votantes a El Molinón, más los que tienen sentimiento rojiblanco.

Los únicos apoyos que encuentra el Sporting en el Ayuntamiento son los de la oposición a Moriyón. El único objetivo es desgastar la imagen de la alcaldesa, aunque en el grupo de los señores Flórez y Tuero no se observó un respaldo serio a la necesaria inversión millonaria, con obras, desalojos de bajos y cánones. No hace falta recordar la famosa frase de 'el Sporting me importa tres…' en las obras de 2009. Los políticos van a lo que les interesa según el momento y aquí nos conocemos todos.

Tener unas buenas relaciones es conveniente. Si pueden ser excelentes, mucho mejor. El divorcio, aunque sea silencioso, no es práctico, pero todos son mayorcitos para poder reanudar un diálogo sensato. Interesa a todos.