La despedida de Miguel Ángel Ramírez resultó emotiva. El técnico, que el jueves ya puso en duda su continuidad en el Sporting, por temor a que no pudiera seguir 'siendo tan intenso' –genial argumento–, confirmó una salida que ya tenía apalabrada con bastante antelación. Era ... lo esperado.

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El postureo de su última rueda de prensa en El Molinón no sorprendió. El fútbol actual está demasiado supeditado a las redes sociales y al nivel de talento de los departamentos de comunicación. Una realidad bastante irreal. De momento, esto sigue siendo, principalmente, fútbol.

Desde el punto de vista de las estadísticas, el nombre de Ramírez quedará ligado a un 'play off' del Sporting, lo mismo que los de Baraja y Abelardo, pero el del canario tiene la parafernalia añadida del estilo de la propiedad actual, americanizada y dada a abrazos y agradecimientos de cara a la galería, sin dudar que las emociones fueron reales.

La primera media temporada de Ramírez en Gijón no mejoró la clasificación de Abelardo. En la que ahora finaliza tuvo una pretemporada preocupante, pero el tramo inicial liguero fue ilusionante, hasta llegar a estar en posiciones de ascenso directo. Luego, desde diciembre, la línea del Sporting fue un cúmulo de dudas, con varias semanas de desánimo por derrotas incoherentes, como las de Amorebieta y Villarreal B. En esa fase, el 'play off' se veía como un milagro, aunque el míster reiteró que no lo firmaba, porque pensaba en el ascenso directo. Tal vez hubiera sido posible si su equipo no hubiera cometido tantos gambazos, con más creyentes en la entusiasmada juventud rojiblanca que en la vieja guardia de la afición.

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Es posible que el mejor Ramírez se haya visto en los partidos de la eliminatoria ante el Espanyol, sin poder superar las limitaciones de una plantilla descompensada, sobre todo en el fútbol de ataque. El técnico canario tal vez sea un buen entrenador, pero como alineador no dio la talla, con más errores que aciertos en la aplicación del 'Manual de cambios'. Desesperó con bastantes relevos absurdos y pegó bandazos con jugadores que tan pronto eran importantes como quedaban en el ostracismo y viceversa. Luego, en las ruedas de prensa dio muchas notas, con explicaciones más propias de un vodevil que del mundo del fútbol y una dialéctica con la que justificaba todo, sin ninguna autocrítica. El técnico canario es un teórico que se excedió en experimentos, aunque también tuvo algunos aspectos a valorar, sobre todo en el aspecto personal.

Ojalá tenga buena suerte en su nueva singladura, donde podrá demostrar la faceta de la que presume como 'entrenador intenso' con las 'mareonas' árabes. En el Sporting empieza ahora la 'era Riestra', que debe ser más seria que la de los dos últimos cursos, en los que no hace falta recordar la gestión de los descubridores de talentos y la relación de fichajes.

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