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El partido de Elche era clave para las aspiraciones del Sporting, pero el desaguisado táctico de Miguel Ángel Ramírez fue una decisión disparatada. Se vio reflejada en el campo con seis defensas y un dibujo táctico alucinante. La incoherente posición en el pitido inicial, anunciada ... por el club, fue cambiada a los quince segundos. Sonó a broma.
El caso es que, con tres centrales indecisos, dos laterales desubicados de 'carrileros' para no atacar y un centro del campo descompensado, era difícil que el nuevo experimento de Ramírez saliera bien. El arranque fue un espejismo, con una oportunidad de gol que Mario no supo resolver. En el resto, el Sporting estuvo a merced del Elche, un rival vulgar que aprovechó la perita en dulce. Los goles sorprendieron a una zaga que no estaba en lo que celebraba.
La entrada de Queipo y Otero cambió la decoración. Además, el Elche se asustó. El miedo aumentó en los ilicitanos con el gol del colombiano. El segundo tiempo fue de dominio total del Sporting, con menos defensas y un dibujo más racional, pero sin encontrar el punto adecuado para el remate. La tardía entrada de Hassan y Roque Mesa fue otra incoherencia del banquillo. Una ocasión desperdiciada cuando más se necesitaba ganar. Y el rival es un equipo vulgar.
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