El fútbol se mide por goles. El Oviedo, con el marcador a cuestas desde el minuto 20, quiso el balón que le otrogó las mejores estadísticas. El Sporting fue más inteligente. Supo administrar la ventaja de penalti marcado por Otero y el trallazo de Cote, ... aunque necesitó la guinda de Campuzano para certificar la victoria.

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El Sporting empezó mejor, pero sin aprovechar los despistes de la zaga visitante antes de equilibrarse el encuentro. En el primer tiempo, los goles rojiblancos llegaron cuando parecía sentirse más dubitativo. Incluso pudo sentenciar el marcador.

Tras el descanso, el tanto azul creo complicaciones en un equipo con una plantilla bastante limitada. Fueron clave los cambios de Albés. Dieron otro aire al equipo gijonés, con una notable mejoría frente a un rival vulgar que mareó el balón, pero lejos del área gijonesa. Ese juego de mentira le vino bien a los rojiblancos. El puzle que diseñó el gallego no supo interpretarlo su homólogo del Oviedo.

Con el marcador apretado, resultó impactante la entrada de Campuzano. El barcelonés se fabricó una jugada, un remate y un gol antológico. Sentenció un derbi tenso, con más emoción que fútbol y destellos de mucho toque en los azules y más ambición ofensiva en los rojiblancos. Está claro que hoy Asturias es más rojiblanca.

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