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Faltó muy poco. Principalmente, acierto. El Sporting hizo mucho para que el objetivo saliera bien, como dice su último lema, pero la actuación fue incompleta. Hubo ocasiones para marcar, que era lo imperiosamente necesario. En el área rival no hubo la lucidez que se precisaba.
El Sporting afrontó bien el partido. El Espanyol se lo tomó con más comodidad, amparado en la ventaja del gol de Puado en El Molinón. Los rojiblancos tenían que arriesgar. Lo hicieron, pero con sentido. La defensa estuvo a una buena altura, sobre todo los centrales. Diego Sánchez hizo un partidazo. Roque Mesa revolvió el fútbol de la parcela central. Pero el equipo estuvo incompleto. Las ocasiones para marcar de Otero y Mario fueron de las que no se deben errar.
En el segundo tiempo, el Espanyol se asustó. No enseñó la calidad que tiene en su plantilla. Al menos, por nombres. Sorprendió la entrada de Róber Pier, más defensivo, porque era necesario atacar. El Sporting apretó, más con el corazón, ante un rival que sólo buscaba el empate y acusaba cierto nerviosismo. La última fase fue de agobio rojiblanco, pero faltó la guinda, o sea, acertar las ocasiones creadas. Mereció un gol que no llegó. De todas formas, fue bonito mientras duró.
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