Mitos del Estado de Israel

Slohmo Sand, catedrático de Historia de la Universidad Central de Tel Aviv, hace una crítica total del Gobierno israelí y su uso interesado y fraudulento de la Biblia: no hay una tierra de Israel, ni un pueblo judío, ni justificación alguna de la ocupación colonial de Palestina

Miércoles, 3 de julio 2024, 02:00

Entre los judios, a pesar de la represión que ejerce el Gobierno israelí, existe una corriente de historiadores que estan haciendo un trabajo de investigación ... que desmonta la narración oficial, que intenta justificar la ocupación por Israel de los territorios palestinos, incluso los de Gaza y Cisjordania, los que han sido reconocidos por Naciones Unidas en la división de Palestina para constituir dos estados. La realidad es que Israel va colonizando militarmente ambos territorios, destruyendo Gaza y subdividiendo Cisjordania en pequeñas zonas (Batustanes) incomunicadas entre sí, acosadas por los colones israelís, que lleva el Gobierno y que sitúa en las mejores zonas de los palestinos

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El texto de hoy está fundamentalmente basado en las conclusiones de IIan Pappé, historiador judío, catedrático de Historia en el Reino Unido.

En el mismo sentido, Slohmo Sand, catedrático de Historia en la Universidad Central de Tel Aviv, hace una crítica total del Gobierno israelí y de su uso interesado y fraudulento de la Biblia: no hay una tierra de Israel, ni un pueblo judío, ni justificación alguna para la ocupación colonial de Palestina

El sionismo es un movimiento político y el judaísmo, religioso. No son equiparables

Este escrito es un breve resumen de aspectos del libro de IIan Pappé. Señalamos sólo algunos de los mitos:

–Palestina era una tierra vacía, árida y desértica, que fue cultivada por primera vez por los sionistas recién llegados.

El contra argumento de Pappé revela «una próspera sociedad preexistente, que experimentaba procesos acelerados de modernización y nacionalización». El comité ha difundido un libro precioso de fotos y comentarios de Palestina antes de la ocupación, 'Contra el olvido', de varias personas que, encabezadas por Teresa Aranguren, estudiaron archivos y documentos, y muestran una Palestina modernizada.

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–Palestina era una tierra sin gente, propicia para un pueblo sin tierra. Según los sionistas, los judíos que llegaron en 1882 eran descendientes de los expulsados por los romanos.

Contra argumento: conocidas investigaciones académicas han demostrado que muchos judíos de la Palestina romana permanecieron en el territorio y se convirtieron primero al cristianismo y luego al islam. Posteriormente las conexiones entre las comunidades judías en el mundo y Palestina eran religiosas y espirituales, no políticas

–El sionismo se equipara con el judaísmo. Por tanto, ser antisionista es ser antijudío.

El sionismo sin embargo es un movimiento nacionalista, político.

El judaísmo ha sido históricamente un movimiento religioso internacional, crítico con el nacionalismo sionista, que utiliza el judaísmo por motivos coloniales y estratégicos.

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–El sionismo no es colonialista, sino un movimiento de liberación nacional.

Contra argumento: toda su trayectoria lo enmarca como un proyecto colonizador, similar a los vistos en Sudáfrica, América y Australia, donde se eliminaron los pueblos originales para hacerse con la tierra. Esta visión colonial de Israel hace ver que los palestinos son un movimiento anticolonialista y no la imagen que internacionalmente Israel quiere proyectar de ellos como terroristas.

–Para Israel, los palestinos no fueron expulsados sino que su huida fue voluntaria.

Toda la historiografía profesional muestra la expulsión violenta y con métodos sanguinarios y crueles de los palestinos, expropiándoles las tierras y enseres.

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Resulta muy interesante, a pesar de toda la dureza de lo que expone el libro sobre la masacre Palestina por Israel, el siguiente texto: «La paz no es cuestión de cambios demográficos o de rediseñar los mapas: es la eliminación de sus ideologías y políticas. Quién sabe, ahora puede ser más fácil que nunca hacerlo... La distinción debe hacerse entre judíos que están dispuestos a discutir una reformulación de la relación, un cambio de régimen para dar a todos el mismo estatus, y los que no lo están, independientemente de dónde vivan ahora».

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