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Hoy, muchas personas de toda condición estamos hondamente impresionados por los horrores del cerco y la destrucción de Gaza mediante bombardeos por tierra mar y ... aire, con las armas más escogidas para causar la destrucción de todo lo habitable y la muerte a decenas de miles de palestinos: niños, jóvenes, mujeres y viejos. Una filósofa judía, no israelí, así lo expresaba: «Vivimos una época privada de futuro. La espera de lo que vendrá ya no es esperanza, sino angustia. Hoy hay la tendencia a valorar la crisis social como la más grave, por sus formas y más aún por el tipo de justificaciones ideológicas con que se pretende encubrir. Es decir, los 'otros', en este caso los palestinos, 'no son humanos'.
En una manifestación de protesta contra las horribles matanzas en Gaza, escuchábamos con emoción a una joven palestina que, con voz desgarrada, nos daba las «gracias por ser humanos». Algo que sólo se puede decir con sentido frente a la matanza de Israel, no ya por matar palestinos, sino por negarles lo esencial: ser personas, es decir, humanos. Según escribo esto, veo en televisión a soldados israelíes obligando a presos palestinos a marchar de rodillas, amontonados y semidesnudos, para quitarles la identidad de seres humanos. Quien hace esto ha perdido la humanidad. Si la pérdida del sentido humano se generaliza, esta sociedad va directa al suicidio.
Simone Weil no veía motivos de esperanza en la sociedad actual, cuando ni el trabajo, ni la técnica, ni la ciencia, ni el arte, ni la familia tienen claro que su futuro conlleve un avance en humanidad.
¿Cómo es posible que un estado que se dice judío sea capaz de tales atrocidades? Personas que provienen de un pueblo que ha dado vida a personas de una humanidad, de una inteligencia y sentido ético absolutamente ejemplares. Valga simplemente citar algunos de las miles de personas de origen judío que han aportado dotes ingentes de inteligencia, arte, humanidad: Jesús de Nazareth, Baruch Spinoza, Moses Mendelsohn, Karl Marx, Sigmund Freud, Albert Einstein, Max Liebermann, Felix Nussbaum, Joseph Roth, Franz Kafka, Ernst Lubistch, Billy Wilder, Noam Chomsky...
Nurit Peled, profesora israelita, experta en educación del lenguaje, investigadora del racismo en el sistema educativo israelí y Premio Sájarov del Parlamento europeo 2011, en una entrevista con la periodista Olga Rodriguez, experta en Oriente Próximo, afirma: «En Israel hay una cultura racista que deshumaniza a los palestinos». Para ella, la educación en Israel es terriblemente racista. Todo el discurso lo es. El planteamiento es el siguiente: ¿Eres judío? Sí o no. Y si lo eres, ¿eres judío etíope, sefardí o asquenazí? Esto va acompañado de una educación sobre el Holocausto muy traumatizante y agresiva desde los tres años, para que los niños vivan ese trauma y crean que hay otro holocausto a la vuelta de la esquina que van a perpetrar los árabes. Los libros escolares realmente enfatizan esto todo el tiempo.
Así, se crea un ultranacionalismo que produce que mucha gente adolescente esté dispuesta a matar a cualquier palestino de cualquier edad, porque creen que son los nuevos nazis que los van a exterminar. Esta educación se puede definir como abuso infantil, porque educa a los niños en el trauma perpetuo. En el Día del Holocausto, con tres años de edad, les muestran las fotografías más horribles y después tienen pesadillas y se orinan en la cama. Llegan a creer que todo el que no es judío es un nazi en potencia. Esta educación explica que haya tanta gente que dice «matémoslos a todos», porque le tienen miedo a cualquiera, a todos.
Nurit peled señala a Israel como una etnocracia en la que una etnia, un grupo muy pequeño de judíos, domina a todos los demás, a los árabes, pero también a los otros judíos. Los judíos de otras etnias fueron llevados a Israel para reemplazar a los exterminados en Europa, porque se necesitaba población judía para tener una mayoría en el estado. Fueron llevados por motivos meramente demográficos, como los etíopes después. Nadie los quería tal como eran. Así que tuvieron que renunciar a su cultura, su idioma, su música, sus costumbres religiosas, sus nombres, todo. Y el trato que reciben es racista. Este estado de Israel ya no es justo, igualitario, demócrata.
Nota. Recientemente recibimos una comunicación de un amigo de Gaza, Mohamed Abu Assira, médico en ejercicio, que estudió y terminó Medicina en Oviedo, con ayuda económica del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Estuvo doce años sin ver a su familia por miedo a ir y no poder salir. Está casado con una chica de Gaza, y tiene una niña que está pasando la selectividad. Esto nos escribe: «Hoy han asesinado a mi padre, mi hermana, mi sobrina y mi cuñado». Son ya 20 los muertos de su familia.
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