Que la luz haya aumentado su precio un 200% en poco tiempo es motivo de preocupación para todos los ciudadanos, porque luz consumimos todos, pero el verdadero problema es que dicho aumento se incorpora al proceso productivo como un coste más, lo cual puede desbocar ... más la espiral inflacionista.

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En estos momentos en Europa tenemos la inflación más alta en los últimos diez años, superando el 3% y a la vez hay señales de que está frenando el crecimiento económico, con lo cual podríamos estar acercándonos, a un periodo estanflacionario. Es decir, paro e inflación a la vez, algo que no se veía en el mundo occidental desde los años setenta, cuando la crisis de los petrodólares. Dos ilustres economistas como son el turco afincado en New York, Nouriel Roubini (Estambul, 1959) y el norteamericano Kenneth Rogoff (Rochester, 1953) llevan tiempo lanzando advertencias en este sentido, aunque desde el BCE se trata de transmitir un mensaje de tranquilidad, dando a entender que la inflación será pasajera. Tanto Roubini como Rogoff piensan que la inflación puede «estar un tiempo» por encima del 5%, lo cual supondría un gran golpe para la recuperación económica de los países, justo ahora en plena pandemia.

Es curioso que con la cantidad de dinero que se ha puesto en circulación en el sistema durante esta última década, para apoyar a la deuda pública de muchos países y para mantener el sistema bancario a salvo de tsunamis, no se haya desatado la inflación hasta este momento y que lo haya hecho por el lado de los costes y no de la demanda. En Estados Unidos, la FED ya ha dejado claro en su reunión de Jackson Hole, Wyoming, que comenzará a frenar su política de compra de deuda pública, mientras que el BCE pospone algo dicha medida, pero la acabará tomando también. De hecho, los 'halcones' o ala dura del BCE, los que son partidarios de la ortodoxia, ya defienden poner punto y final al 'tapering' (politica de laxitud económica consistente en comprar deuda pública). Cuando esos apoyos a la deuda pública cesen, lo lógico es que los tipos de interés suban y eso agravará el coste de la deuda pública de países como España y, también, agudizará el coste de las pensiones para las arcas públicas.

Detrás de esa inflación, están hechos como que el fenómeno Delta frena la reapertura de muchos sectores, entorpece las cadenas de suministros y la logística de muchos productos etc. Por otra parte, China tiene cogido a Occidente por la parte más dolorosa y la escasez de suministros como semiconductores y otros productos electrónicos es un serio problema para el engranaje productivo occidental. Y sobre todo el mayor problema es que desde la marcha de Draghi ni Europa ni Estados Unidos tienen a nadie al frente del timón que inspire confianza. El espectáculo esperpéntico que ha dado Estados Unidos con el tema de Afganistán es sólo un botón de muestra de cómo está el mundo occidental. O sea, mirándose el ombligo y comenzando a roncar. Un mundo occidental envejecido y en plena decadencia al cual el covid ha dejado con todas sus debilidades al aire. Incluso el hecho de que se acerque el final del mandato de Jerome Powell al frente de la FED estadounidense tampoco ayuda para poder tomar decisiones con visión de largo plazo. No obstante, no es descabellado pensar que Powell pueda repetir mandato y gente con mucho peso como Janet Yellen, antigua máxima mandataria de la FED, apuesta por su continuidad. Powell es un candidato tibio, de consenso que puede ser aceptado por las alas centrales de republicanos y demócratas.

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En la economía la renta fija (bonos, obligaciones, etc) y la renta variable (acciones) son como las dos caras inseparables de una misma moneda. Nadie invierte en un producto de riesgo si no tiene una perspectiva de rentabilidad mayor que en uno sin riesgo. Hay dos datos que son claves que son el tipo de interés de los bonos a diez años y el PER (Price Earning Ratio) o número de veces que está comprendido en el precio de una acción los beneficios de la misma. Es decir, si una empresa tiene un PER 20 significa que hacen falta 20 años de beneficios como los actuales para conseguir recuperar el precio invertido. En estos momentos el PER de la mayoría de las bolsas está en la banda histórica alta. En un escenario inflacionista y frenando la política de compras de deuda pública, lo normal es que los intereses suban. Y si suben los intereses y con el problema de covid sin resolver y con los beneficios de las empresas sujetos a multitud de incertidumbres, lo normal es que el PER baje para ajustar la rentabilidad de las acciones a la que ofrecerán los productos de renta fija. Y como el PER es un ratio, influyen tanto su numerador como el denominador. Por eso, para que el PER baje sólo hay dos caminos, aumentar los beneficios o bajar el precio de la acción. Es decir, la pregunta es: ¿Cuánto tiempo resistirán las bolsas?

La política de la FED y del BCE durante todos estos años, inyectando continuamente dinero para la compra de deuda pública para frenar un shock en las finanzas de países como España, es muy cuestionada por prestigiosos financieros como Mohamed El Erian, el cual opina que han sembrado las condiciones para una tormenta perfecta. En las tormentas se ve primero la luz del rayo y después se oyen los truenos. Los rayos, en forma de inflación y subida del precio de la luz ya se empiezan a ver. Falta por saber cuánto tiempo falta para que se oigan los truenos, en forma de frenazo económico y caídas de las bolsas.

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