Secciones
Servicios
Destacamos
Por regalar una pizca de calor humano, la voluntaria de Cruz Roja Luna Reyes abraza al senegalés Abdou que a duras penas ha conseguido arribar con vida y a nado a la costa de Ceuta, España. Tal gesto altruista y consolador ha despertado las iras ... de ese casposo sector tuitero que suele cobijarse en el anonimato de la red, un estercolero atiborrado de cerveceros y pizzeros bulímicos, de onanistas obscenos, babosos y castrados que andan a la que salta para desdibujar cualquier bondad o éxito ajeno. Ha brillado sobremanera el tuit de una estrella de Vox, ¿o es Nox?, una tal Cristina Seguí, que destaca cómo el emigrante aprovecha su desventura para calentarse mediante el roce subrepticio de su mano con las turgencias mamarias de la cordial oenegista Luna. También, y a cuenta de una temible invasión africana, el delirante eurodiputado de Vox Hermann Tertsch dispara un tuit repleto de boñiga ideológica contra la compasiva trabajadora de Cruz Roja que ha osado dar aliento a un intruso. Entonces acude a mi recuerdo un episodio de la novela del Nobel americano John Steinbeck, 'Las uvas de la ira', un sucedido que también narra John Ford en homónima película que rodó más tarde. La cosa es que la familia del agricultor Tom Joad, arruinada por la sequía y la Gran Depresión de los años treinta, decide emigrar en busca de mejor vida. Tras un peregrinaje pavoroso en el que van muriendo o desapareciendo los personajes de la trama, Steinbeck, para rematar la faena y completar la odisea, cierra el relato dando cuenta de que la hija mayor del clan, Rose von Sharon, pare a un bebé muerto. Pero luego la propia Rose, al ver en las últimas a un vagabundo hambriento, se compadece y misericordiosa le ofrece el pecho, la turgencia de sus senos al decir de la antiempática C. Seguí, para sustentarle con la nutriente leche resultante de su fallido embarazo.
Cosa que trae a cuenta a un curioso y polémico cuadro titulado 'La Lactación de San Pedro Nolasco', sito en la Iglesia de la Merced en Cuzco, Perú. Sabido es que existen varias representaciones de la Virgen de la Leche. Pero ese lienzo de Ignacio Chacón, artista indigenista y colonial, va a más. En la mama izquierda de la virgen toma su alimento, como corresponde, el niño Jesús. Pero en la derecha se ve al propio fundador de la Orden de la Merced, el catalán Pedro Nolasco, que arrodillado, amorrado y feliz, succiona el prodigio de generosidad láctea que le regala la madre de dios. Algo que sólo Seguí, Tertsch o algún morboso tuitero interpretarían como erótico.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.