Que el empeoramiento de la sanidad en este país es un hecho nadie lo pone en duda, como igualmente parece evidente que esa realidad, lejos de corregirse, se agrava cada día que pasa.

Publicidad

A las listas de espera de varios meses para poder operarse, hay ... que sumar la deteriorada atención al paciente, y no hablo aquí del lugar en el que en los hospitales las personas pueden presentar sus quejas, sino de la lamentable falta de consideración que por parte de la administración sanitaria reciben quienes tienen que acudir a una cita médica. Los centros de salud ya no responden a las necesidades de la población, y en muchos casos son los propios profesionales quienes, ante la imposibilidad de atender correctamente a la ciudadanía, recomiendan la utilización de los servicios de urgencias, lo que está llevando a la saturación de los mismos.

En una comunidad como Asturias, en la que el envejecimiento de la sociedad está alcanzando unas dimensiones sin parangón en nuestra historia, ese uso excesivo de las urgencias hospìtalarias está generando un colapso, como puede constatar cualquier persona que tenga que acercarse a ellas.

En los meses más duros de la pandemia fueron muchas las voces que se alzaron para decir que aquel era un punto de inflexión en la sanidad, y que a partir de ese momento los cambios que se iban a producir llevarían a la sociedad a un tiempo nuevo, en el que la atención sanitaria se situaría en un nivel nunca antes alcanzado.

Publicidad

Sin embargo ha ocurrido lo contrario y no parece haber soluciones para un problema cada día más grave. Y, como en tantos otros casos, el camino que nos indican es que la sanidad pública comienza a hacer aguas por todas partes y sólo quien tenga dinero podrá hacer frente a la enfermedad, eso sí, a 'tantos' euros la consulta.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad