Quasimodo, el jorobadode Notre Dame

Cuando se produjo el incendio, el 15 de abril del 2019, en uno de los lugares más representativos no sólo de Francia, sino de toda Europa, y cuya restauración costó unos 700 millones de euros, muchas personas lo interpretaron como un símbolo más de la decadencia de un continente incapaz de dar respuestas a lo que su historia le exige y sus habitantes le reclaman.

1.500 personas en la propia catedral y millones, a través de los canales de televisión en todo el mundo, contemplaron una ceremonia convertida desde el minuto cero en un espectáculo. En el que poco o nada primaron esos valores de los que tanto se habla cuando quienes dirigen los destinos del mundo toman la palabra, (casi siempre para escucharse a sí mismos más que para trasladar esperanza a la ciudadanía), e incluso la religión acabó representando el papel de mero comparsa.

No tengo claro si París todavía vale una misa, pero no tengo ninguna duda de que París, aunque ya no sea una fiesta ni tampoco un refugio para los Quasimodos del mundo, siempre merecerá la pena visitarlo.