Efectivo

Aunque parece que ese hecho pertenece a la prehistoria, no fue hace tanto tiempo cuando en las empresas se cobraba en efectivo y los obreros sabían, y contaban, la cantidad que les correspondía por el trabajo de un mes. Ahora, me comentaba un viejo amigo, te ingresan el dinero en el banco y ya nadie ve los billetes, y eso que aparentemente no tiene ninguna importancia, llevó a un cambio sustancial en el comportamiento de empleados y empleadores, y, también en los sindicatos.

Las conquistas salariales eran muy fáciles de percibir cuando, en las oficinas de las empresas, la persona encargada entregaba el sobre con el sueldo correspondiente y, después, al llegar a casa, se distribuía el dinero para hacer frente a los gastos familiares. Los billetes, hoy, ya no se ven, la nómina se cobra a través de un banco (que obtiene pingües beneficios por ello) y a través de tarjetas de crédito, o débito, las personas realizan sus compras y sus operaciones económicas.

No hay efectivo, pero las tarjetas se multiplican y cuantas más se tienen (sean del tipo que sean) más sensación de poder tiene el que las posee, sin pensar que su situación económica pueda ser lamentable.

A los dueños del mercado les interesa que los demás se endeuden, no quieren ciudadanos, buscan consumidores sin efectivo, porque así les resulta más fácil imponer sus ideas, que no son otras que obtener grandes beneficios, aunque la mayoría, pese a sus tarjetas, se quede en la estacada.