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El pasado lunes de esta misma semana ocurría en Degaña un trágico accidente y el paso de los días no atemperan el dolor y la ... rabia sino que, por el contrario, los hace más insoportables. Pese a la belleza del concejo de Degaña, no es un lugar del que se hable con la frecuencia que merecería cuando quienes se ocupan de promocionar turísticamente Asturias utilizan el lema de Paraíso Natural, quizás sea debido a que, además de su atractivo, su historia está plagada de infierno de sufrimiento y de muerte. Hace ya algún tiempo que un buen número de personas nos manifestamos por las calles de algunas ciudades asturianas y leonesas pidiendo la libertad de los cinco de Zarreu. Se trataba de solidarizarse con cinco mineros condenados por los incidentes ocurridos un día en el que se había producido un accidente de similares características al ocurrido este lunes aunque, afortunadamente entonces, sin las mismas fatales consecuencias.
Las comarcas mineras saben mucho, posiblemente demasiado, de accidentes, de entierros y de coronas de flores, como saben también de declaraciones, de visitas de autoridades, de fotografías en los periódicos y minutos en radios y televisiones, pero también conocen que tras unos días, ni siquiera llega a unas semanas, el silencio se apoderará una vez más de la zona y las frases de «investigaremos hasta el final», «todo el apoyo a las familias y amistades de los muertos» y tantas otras parecidas acabarán cubiertas por el polvo del olvido. Dentro de cinco años (mayo de 1930) se cumplirá un siglo de la muerte de diez mineros en 'El Calero' de Barruelo de Santullán, en Palencia, lo que propició la inspección obrera de las minas pero hoy, como en aquel tiempo, se continúa sacando los cadáveres de los pozos «para que otros vivan mejor».
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