Leo unas declaraciones de la autora británica Lizzy Stewart en las que, entre otras cosas, dice que «en los 60 a la clase trabajadora ni se le pasaba por la cabeza integrarse en el mundo del arte».

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Defiendo permanentemente que cuando se generaliza, en cualquier ... campo y sobre cualquier aspecto, hay que entender que también se acepta que existen las excepciones. Pero a lo que voy es que no creo que ahora, al igual que entonces, ni en el Reino Unido ni en ningún país del mundo, la clase obrera se integre en el mundo del arte, ya que bastante tiene con enfrentarse al paro y, cuando tiene un empleo, tanto las jornadas laborales como los salarios, casi, siempre insuficientes, hacen muy difícil que esos millones de personas que forman el ejército de los asalariados puedan dedicar su tiempo al arte.

Eso no impidió que antes en ese ámbito participasen algunas personas, muy pocas, que provenían del mundo laboral y eso continúa hoy de la misma manera porque, en mi opinión, la integración por parte de ese colectivo no aumentó de manera significativa.

Conozco un buen puñado de museos en unos cuantos países y, pese a que la entrada sea gratuita, siempre me llamó la atención la poca presencia de visitantes con pocos recursos económicos. Y es que, conscientemente, se les alejó del mundo del arte.

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En todo caso, lo que quiero resaltar aquí es la tendencia en la que se han instalado muchas personas que, en todos los ámbitos, piensan que la historia comienza en el momento en que ellas se han incorporado a la misma.

Los seres humanos, y no sólo los artistas, crecimos sobre generaciones anteriores que fueron abriendo puertas y mostrando caminos, y es así como poco a poco se va construyendo el mundo, sin duda imperfecto pero, sin duda también, en el que merece la pena vivir.

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