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Hoy, en plena vorágine como la que está viviendo el mundo del fútbol, en el que sentimientos y deporte pasaron, parece que definitivamente, a jugar un papel secundario, me viene a la memoria el olor que impregnaba una peluquería a la que de niño me ... llevaban a cortarme el pelo y en la que el profesional, llamado Pilili, si me portaba bien, abría la puerta de un pequeño cuarto y me premiaba con la visión de la insignia del Sporting. Así creció mi pasión por los colores rojiblancos que permanece intacta hasta el día de hoy.

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