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Vaya de antemano que amo el fútbol y que precisamente ese amor me llevó a dejar de verlo, aunque bastantes fines de semana mato el gusanillo asistiendo a los partidos acompañando al equipo en el que juegan mis nietos.
Hace mucho tiempo ya que dejé ... de sentarme en las gradas del 'templo' que se encuentra a la orilla del Piles y aunque la coartada perfecta, para justificar tal abandono, sería la recomendación médica, la verdad es que tiene más que ver con el producto en el que los dueños del dinero han convertido un deporte antaño maravilloso y del que hoy queda apenas nada.
Hace poco más de un mes, en el Museo Minero Siderometalúrgico de Castilla y León (situado en Sabero en un edificio de enorme belleza), comentaba con el director, mientras me mostraba las instalaciones, que entre la historia y la leyenda se dice que el 'alirón' con el que el At. de Bilbao y su afición celebraron el triunfo frente al Mallorca, en la final de copa, nació en las industrias vascas del metal, cuando los obreros extraían el hierro y gritaban ante los dueños ingleses de las mismas un 'all iron', lo que llevaba consigo el cobro de una paga extra.
Soy consciente de que en España hay muchas personas que no quieren que gane un equipo vasco. Sin embargo, para quienes amamos el fútbol el triunfo del Athletic Club de Bilbao el pasado sábado nos devuelve la esperanza en que, todavía, es posible que frente a las corrupciones que salpican el fútbol, el mercantilismo desaforado y los negocios de todo tipo que se mueven alrededor, un equipo formado con chavales que desde niños amaron el mismo escudo y tuvieron los mismos sueños pueden gritar idéntico alirón al que en las fábricas, hace más de un siglo, gritaban los metalúrgicos vascos. Sana envidia pero, por supuesto, ¡hala Sporting!
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