Urgente La familia García Vallina pone a la venta TSK

Este pasado fin de semana una auténtica locura se apoderó, en un caso, de millones de personas, y en otros dos de algunos miles, a causa del fútbol.

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Tanto en el primer acontecimiento, triunfo del Real Madrid en la final de la Copa de Europa, ... como en el segundo, el logro de los dos equipos asturianos de alcanzar el play off para subir a Primera División, los medios de comunicación llenaron sus espacios hablando del triunfo del equipo de España, en cuyo once titular sólo había dos futbolistas españoles, y en cuanto a los equipos del Principado, en los dos partidos jugados los futbolistas de casa también eran minoría.

No me gustaría que se malinterpretasen mis palabras, creo que todo el mundo tiene derecho a buscarse la vida donde piense que puede irle mejor. Pero con la misma fuerza que defiendo ese hecho para un futbolista, critico la hipocresía de quienes aplauden a los deportistas y reprueban, y desprecian, a quienes acaban ocupando los lugares más bajos de una sociedad que no los acepta.

Por otra parte, quiero insistir una y mil veces en que el fútbol, uno de los deportes más hermosos que inventó el ser humano, acabó convirtiéndose en un negocio en el que ahora mismo sólo se salva la afición.

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Una afición que, inasequible al desaliento, se embarca en viajes con miles de kilómetros a lo largo de la temporada, gastando cientos de euros y pasando horas ante una taquilla, circunstancia que no les importa porque quieren estar al lado de su equipo.

Equipo que en la mayoría de los casos acabó en manos de personajes que ni conocen las raíces del club del que se adueñaron y al que, cuando no lo consideren rentable, abandonarán buscando beneficios en otras actividades y en otras latitudes. Pero pese a todo ello aquí, siempre, permanecerá la afición.

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