La selección española de fútbol fue eliminada muy pronto en el campeonato mundial que se está disputando en Qatar. Ha sido una pena, pero ¿y qué? ¿Es que hay que ganar siempre? En el deporte, como en otros muchos aspectos de la vida, unas veces ... se gana y otras se pierde. Y el fútbol, convertido en los últimos años en el principal sumidero de millones y mayor desencadenante de pasiones, no es una excepción. Compiten en los campeonatos internacionales muchas selecciones y todas aspiran a ser la primera, pero la evidencia es que eso es imposible
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En el fútbol cuenta el buen juego, el acierto al formar el equipo y la suerte al meter o parar goles. España concretamente no jugó bien, o al menos tan bien como en otras ocasiones, y además no le acompañó la buena suerte. Todo normal; por frustrante que resulte, la realidad es que no se puede ganar siempre. Lo que me parece lamentable es que los que siempre lo saben todo, los que siempre tienen su propia alineación a su medida, ahora culpen de que las cosas no hayan salido a su gusto a Luis Enrique, el seleccionador, como si hubiera sido el único responsable de que las cosas no fueran bien.
Anticipo que no conozco personalmente a Luis Enrique, nunca le he visto jugar, ni entrenar, dos actividades en las que destacó como uno de los mejores. Incluso me atrevo a decir que soy poco aficionado al fútbol, salvo cuando se trata del Real Oviedo. Pero tratándose de Luis Enrique, me atrevo a opinar que su carrera ha sido digna y brillante en el campo y tampoco en la selección nacional creo que lo haya hecho tan mal. Quizás no acertó al elegir a los once jugadores. Bueno, es cuestión de criterios.
Es evidente que intentó abrir la selección a jugadores jóvenes, dar paso a una nueva generación que será el futuro de la selección ante competiciones venideras. Una generación que aún no está a pleno rendimiento, pero lo estará cuando vaya ganando experiencia y confianza. Luis Enrique quizás se precipitó y se equivocó y ahora le caen las críticas implacables por haberlo intentado. Muy diferente serían los elogios que estaría recibiendo si los resultados hubiesen sido otros. El hizo bien su trabajo.
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Lamento que un profesional de su categoría sea censurado porque su buena voluntad e intención no fueran ratificados en esta ocasión por la suerte. Es una pena que su brillante y todavía prometedora carrera no encuentre entre los aficionados la comprensión que merece. Y que los mandamases del fútbol español, entre refriegas, escándalos y sospechas de corrupción, se dejen llevar por las críticas propias de la pasión que despierta el fútbol y no le renueven el contrato.
Ellos seguirán con sus trapicheos e intereses habiendo prescindido de un seleccionador como Luis Enrique, cuya integridad y profesionalidad están fuera de duda. Luis Enrique abandonará el cargo, pero eso no quiere decir ni mucho menos que deje de ser un entrenador excepcional al que no tardarán en surgirle ofertas, tanto de España como del extranjero, para entrenar a alguno de los equipos europeos de más categoría.
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Luis Enrique, ¡ánimo!
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