Lideresa en precario
AL GRANO ·
El relevo de Mallada viene propiciado por la tensa relación con dirigentes del partido y los sondeos electoralesSecciones
Servicios
Destacamos
AL GRANO ·
El relevo de Mallada viene propiciado por la tensa relación con dirigentes del partido y los sondeos electoralesLa dirección nacional del PP ha descabalgado a Teresa Mallada. La allerana no volverá a ser candidata electoral. Se confirma ahora la noticia que a mediados de agosto dio Miguel Tellado -mano derecha de Feijóo en Galicia- a EL COMERCIO, cuando dijo que la prioridad ... era «encontrar la persona capaz de hacer más grande el partido en Asturias». Para Génova la presidenta del PP asturiano estaba ya amortizada.
Durante tres años, ocho meses y diecinueve días fue líder en precario. Ni Casado ni Feijóo quisieron regalarle el baño de masas de un congreso organizado para ser jefa del partido y candidata a la Presidencia del Principado por decisión de las bases. Nunca se fiaron. Demasiado ruido en torno a la lideresa.
Aunque las características personales quedan fuera de los análisis políticos, creo que le perjudicó seriamente la forma de relacionarse con otros dirigentes del PP asturiano. La incompatibilidad con Cherines se asemejaba al rechazo entre los polos del imán. Con la diputada nacional, Paloma Gázquez, tampoco tenía una relación fluida. Lo más extraño fue la falta de sintonía con Alfredo Canteli.
De haber hecho una reflexión política sosegada hubiera formado tándem con el alcalde de Oviedo. La estrategia del PP, cuando está en la oposición en el Principado, es agarrarse al buque insignia del Ayuntamiento de Oviedo. Es su cuota de poder institucional en la región. Cuando Gabino de Lorenzo oficiaba de alcalde no era fácil formar equipo, porque disfrutaba viendo inquietos a Ovidio Sánchez, Rozada y compañía.
Con Alfredo Canteli ocurre lo contrario. No tiene otra ambición que gestionar los intereses de su ciudad. Al empezar el mandato, hacía piña con Mallada, pero llegó un momento en que se hartó. La lideresa no había caído en la cuenta de que las direcciones nacionales de su partido dan más crédito a los alcaldes de Oviedo del PP que al aparato regional, curtido en derrotas autonómicas.
La falta de empatía con los de casa se convertía en animadversión con los de fuera. También habría actuado de otra manera de haberse detenido cinco minutos a hacer un análisis político. Veamos.
En la Junta General del Principado la mitad de los escaños de derechas no pertenecen al PP. No ocurre en otras cámaras autonómicas. Hay cuatro grupos de derechas. Al margen del PP, sólo Vox tiene unos perfiles nítidos y un futuro por delante (por cierto, el triunfo de Giorgia Meloni habrá curado a Abascal de los disgustos que le da Olona. Fratelli d'Italia casi multiplica por cuatro los escaños que obtuvo en 2018). Pues bien, Mallada nunca consideró que había que tender puentes hacia Ciudadanos y Foro. Dos grupos débiles, defendiendo causas distintas, u opuestas, a las que llevaron a fundar ambos partidos, no merecieron la atención del PP. Fue partidaria de acabar con la alianza electoral del PP con Foro para las elecciones generales. Una mirada al pasado sirve para constatar que el PP jamás tuvo más de veintiún escaños en treinta y nueve años de elecciones autonómicas. ¿Cómo pensaba Teresa Mallada llegar a presidir el Gobierno? Sin aliados, sólo podría alcanzar el poder a través de un cambio en el sistema electoral, hipótesis que no está en la agenda.
Todo lo dicho, desde la desconfianza de Génova a la ausencia de alianzas con otros partidos, pasando por la tensa relación con dirigentes del partido, hubiera sido tolerado si las encuestas electorales fueran favorables para el PP. No es el caso.
Hasta el verano, el PP seguía varado en la cuota de los diez escaños. Justo la mitad de lo que alcanzaba en los tiempos en que iba Ovidio Sánchez de cabeza de cartel, un político al que no le gustaba la política y tampoco entusiasmaba a los de su bando. Ante ese escenario, en Génova entendieron que se imponía dar un el golpe de timón.
Llama la atención que el entorno de Mallada se extrañe del método elegido, porque fue el mismo que sirvió para auparla al poder. Sube con el dedo de Casado y baja con el de Feijóo. Lo mejor sería un congreso, por supuesto, pero también hubiera sido lo más adecuado para encumbrarla. Bien mirado, no fue igual la subida que la bajada. El ascenso fue producto de un vodevil.
Belarmino Feito, a la sazón presidente de la Fade, para zafarse de la presión que recibía para entrar en política, propuso a Casado y Egea que la presidenta de Hunosa fuera la candidata electoral del PP. No sabían de su existencia. Fueron con el cuento a Cascos, que estaba a punto de frustrar el proyecto de Casado de poner a Moriyón al frente de la candidatura PP-Foro. «¿Qué te parece Teresa Mallada?» «No la conozco». Genio y figura. Pasaron las Navidades de 2018, y Casado, urgido por el calendario, eligió a Mallada. Debió de pensar 'al menos es una ingeniera'. Cuando salió elegido presidente Eisenhower, Franco dijo «al menos es un militar».
De esa manera tan plebiscitaria llegó Mallada al sillón del que ahora desciende. En Génova tienen ocho meses para corregir años de errores. Creo que van a cambiar de estereotipo, pero no basta. Deben de intentar candidaturas amplias para echar las redes en caladeros donde nunca pescaron. Es importante afinar el discurso, pero más, aún, evitar caer en las trampas que hay puestas hasta las elecciones. Si el PP asume el modelo de tres lenguas para una región donde la abrumadora mayoría es monolingüe, como si estuviéramos en la Galicia profunda, el electorado se quedará en casa. Ya defraudaron demasiadas veces.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.