El triunfo de Ignacio Villaverde es la victoria del 'outsider' que empezó la batalla del Rectorado en solitario, hace dos años. Un inicio silencioso, tomando cafés con miembros de los tres estamentos universitarios.
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La pandemia trastocó el calendario universitario y las elecciones se fueron aplazando ... al dictado de las olas del coronavirus hasta acabar celebrándose un año más tarde.
Al cambio de fechas se sumó un nuevo sistema electoral, con voto telemático. Subrayo estos dos rasgos para hacer ver que las estrategias diseñadas por los equipos de los dos candidatos se fueron al garete y hubo que improvisar ante el cambio de escenario.
Acabo de mencionar a los equipos de los candidatos. En todas las declaraciones públicas Ignacio Villaverde hizo mención al suyo, como si la disputa electoral fuera una labor colectiva, no un pulso entre dos catedráticos.
No era una forma de diluir la responsabilidad en caso de derrota, sino una manera de entender el reto que se proponía y el reconocimiento explícito de una de sus principales características personales: la sociabilidad.
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La sociabilidad, la capacidad para contactar con gente, para aunar puntos de vista, para «hacer equipos» -como se dice ahora-; es algo que unos tienen desde la cuna y otros carecemos de ella también desde entonces.
Optimismo a raudales, humildad, cercanía, buen rollo, coordinar esfuerzos desde la horizontalidad, sin subirse a ninguna tarima, haciendo ver a los demás que son tan importantes en el proyecto como uno mismo. Como me dijo un amigo común: «Nacho inventó un nuevo modelo para la dinámica de grupos: el liderazgo sin jerarquía».
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Todo ello le hizo falta para ganarse adhesiones. Veamos. En las elecciones de 2016, en el triunfo de Santiago García Granda jugó un papel decisivo el alumnado. Una vez instalado en el Rectorado realizó una amplísima convocatoria de plazas para todas las clases de profesorado, dando estabilidad y posibilidades de promoción al estamento que en su día dio una victoria incontestable a Vicente Gotor cuando optó a la reelección como rector.
Para ganar voluntades entre el profesorado, penetrar en un alumnado que se había ido arriba tras comprobar, hace cinco años, su importancia en la elección del rector, y ganarse la confianza del personal de administración y servicios, hace falta un estilo personal que genere confianza y eso no se logra solo con un programa voluminoso.
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Un estilo que le sirvió para traspasar las fronteras ideológicas en que clásicamente se divide al personal universitario. Para entendernos, Ignacio Villaverde es un socialdemócrata clásico. Cree en la necesidad de intervenir para mejorar la sociedad y aumentar las oportunidades para los más débiles. Sin embargo, tanto en su equipo como en el voto recibido, se entremezcló la izquierda clásica y la derecha no menos clásica.
Esa síntesis la logró con su estilo, con su talante personal, con esa forma de mezclar socialdemocracia con liberalismo, que es tanto como renunciar al sectarismo, a la concepción del 'aparato' que lo decide todo, a la manipulación social.
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Para lograr una corriente de simpatía entre gente con muy variados puntos de vista, jugó un papel decisivo su loable y rara pretensión de decir la verdad. Con un ejemplo se comprende mejor.
Una constante en el discurso de los rectores de la Universidad de Oviedo es la queja por la financiación que reciben del Principado. Recuerdo las batallas del rector Vázquez con el presidente Areces.
Desde que el Estado realizó las transferencias universitarias al Principado, la queja por la falta de recursos es un clásico en el discurso de los rectores. En los años noventa del pasado siglo se decía que se había hecho mal la negociación de las transferencias y que el dinero no daba para pagar la nominativa.
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Puede que sea verdad, pero no es menos cierto que el discurso victimista ayudó a camuflar los defectos en la gestión universitaria.
Pues bien, Ignacio Villaverde se pasó la campaña electoral diciendo que la financiación que se recibe del Principado es la que es, y que toca gastar de forma más racional. Un discurso que no ayuda a ganar ni un voto. Justo lo contrario de lo que haría un candidato populista.
El Principado necesita a la Universidad de Oviedo para todo, desde la selección de proyectos para recibir financiación europea, hasta ideas para realizar la transición energética e industrial, unas tareas con las que se siente comprometido el nuevo rector.
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Siempre pensé que en nuestra tierra hay 'más Universidad que región' y ahora toca revertir las potencialidades de la primera en la segunda.
De lo más satisfactorio de la jornada fue la forma sumamente elegante con que recibió Santiago García Granda -el favorito en las quinielas- la derrota: «Estoy seguro de que la Universidad se queda en buenas manos. Es una victoria muy trabajada. Tienes mi colaboración en lo que sea oportuno».
Después de cuatro décadas, el rector de la Universidad de Oviedo sale de la Facultad de Derecho, tras un largo periplo por la ciencia y la medicina.
Con Ignacio Villaverde se reencuentra el Rectorado con el espíritu fundacional del 'alma mater', aquellas facultades de 'Leyes y Cánones' de las que nació nuestra cuatro veces centenaria Universidad de Oviedo.
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