En la obra teatral 'Luces de bohemia', del genial Valle-Inclán, cuando al poeta infortunado Max Estrella y a su pandilla alborotadora los quiere apaciguar el sereno, el vate de la noche reclama una peseta para convidar a aquel troglodita asturiano. Sin embargo, el sereno ... les responde con una gran verdad: «Si ustedes los intelectuales se comportan de esta manera, qué nos van a dejar para los que somos analfabetos». Es cierto que Valle-Inclán en aquellos tiempos entendía la razón de los demás a bastonazos, cuando no coincidía con la suya, y las tenía tomadas con Pérez Galdós, a quien llamaba 'Don Benito el garbancero'. Un adjetivo que lo mismo podría referirse a una prosa vulgar, o a que Galdós escribía profusamente para ganarse los garbanzos.
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El caso es que cien años después han vuelto a desenterrar la polémica dos de nuestros escritores más premiados, y se supone que leídos. Al comentario de la prosa mal amañada de Galdós que hizo Javier Cercas, en el mismo diario donde colaboran ambos, le contestó Antonio Muñoz Molina justificando los textos del escritor canario en su tiempo, tanto lo que se refiere a la magna obra de una parte de la historia de España, en sus 'Episodios Nacionales', como a sus novelas y teatro.
No es la primera vez que alguien con fama reconocida trata de desmontar el valor de otro escritor ya muerto. Lo hizo Ortega y Gasset con nuestro paisano Campoamor, atribuyéndole un verso ramplón con el que plasmaba la filosofía de Perogrullo. A mí me parece algo injusto, por lo radical, con quienes lo valoraban como gran poeta a finales del siglo XIX, pero ¿quién soy yo? Los muchos seguidores de Ortega, si no se habían formado criterio seguirían sin más las opiniones del filósofo. Otro tanto quiso hacer en años recientes Francisco Umbral, echando mano de la criba y dejando en el peor lugar a escritores como Clarín, que había conseguido con 'La Regenta' un remedo de 'Ana Karenina' y 'Madame Bovary'. Y refiriéndose a Pío Baroja, dijo que su prosa era una ruindad. Clarín no tuvo quien le escribiera, que yo sepa, pero Julio Caro Baroja, sobrino de don Pío, explicó en pocas palabras, refiriéndose a Umbral, que jamás volvería a colaborar en un diario donde escribiera semejante cretino.
Ahora resulta que también Vargas Llosa se ocupa de la prosa de Pérez Galdós, denigrándola y formando frente con Javier Cercas. Y estas luchas mezquinas ocurren cuando los contenedores de papel reciben los libros que alguien tira para que no ocupen el lugar de la quincalla electrónica.
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