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No consta en el libro del Génesis que hubiera turistas en el Paraíso Terrenal. Aunque, según el mismo texto, el Creador ya había llenado tierra mar y aire de especies animales, el relato sólo nos habla de la serpiente, que realmente no era tal, así ... como de muchos árboles apetitosos y otro prohibido.
Nuestro Paraíso Natural -acertada comparación con más de tres décadas-, no ha sido tradicionalmente un destino turístico. De León se venía a Gijón a la playa, igual que los asturianos pasábamos el Pajares para 'secar'. Un trasiego muy casero y nunca competitivo con el Levante o los archipiélagos. Eso sí, quienes se acercaban a nuestra tierra solían decir maravillas de su paisaje, de la monumentalidad, de la gastronomía, de lo generosos y acogedores de sus pobladores... Y, al principio, de la climatología. Los llegados a nuestra región desde lugares tórridos elogiaban que, en verano, aquí se pudiera dormir, aunque, tras varios días seguidos de lluvia -lo que hasta no hace mucho resultaba frecuente-, no era raro que cogieran el petate y los niños y se fueran del Principado. Eso sí, siempre hubo lugares de veraneo doméstico para descendientes de Pelayo, como Luanco, Tapia o un selecto club de villas.
También hubo una evolución turística, desde hace ya décadas, en el Oriente de Asturias. Llanes, por belleza y cercanía, empezó a acoger visitantes vascos y a ver construir segundas residencias. Mucho más recientemente comenzó a prosperar el turismo cultural, especialmente en Oviedo y, en los últimos años, y más con las cifras de la pandemia, la saturación de alguna zona y el efecto llamada de reportajes en los medios visuales, así como el reclamo anual del Pueblo Ejemplar, llevó a que toda la comunidad, prácticamente, fuera objeto de deseo temporal por parte de numerosos foráneos. Lo veo -y no ya por las sobresalientes iniciativas de Taramundi- en el Occidente, cada vez más concurrido y, como en tantos lugares típicos y hasta agrestes, no adecuados para soportar un tráfico masivo. Un ejemplo bien perceptible es Cadavedo, uno de los pueblos donde la naturaleza, pero también la etnografía secular, han sido más generosas. Si desde siempre su travesía, la carretera que pasando por el campin (como recomienda decir la RAE), llega a la playa, ha sido una pesadilla para viandantes y tráfico local, lo de estos días estivales es de juzgado de guardia. Aguardar a ver cómo pasan cuatro caravanas gigantescas, porque hay puntos donde ni dos turismos se cruzan, no tiene perdón y, personalmente, no entiendo cómo -dicen- puede haber vecinos que no deseen una variante. Pero, en fin, lo que está claro es que nuestros pueblos y arenales no están adecuados para un turismo de masas. Afortunadamente, para los que deseamos preservar nuestras joyas rurales, pero a sabiendas de que cada año tendremos más huéspedes veraniegos.
Porque, además, salvo para quien vaya de negacionista, el tiempo ha cambiado y es cada vez más cálido, aún sin grandes excesos, y menos lluvioso. Por tanto, un aliciente más. Yo me alegro por la actividad económica, especialmente en la hostelería y hotelería de ciudades y villas. También por el conocimiento de nuestra impactante geografía y nuestro arte milenario. Pero creo que toda previsión y estudio de impactos se queda insuficiente a la vista de lo que nos espera. Los caminos asturianos a Santiago, aun cuando muchos peregrinos opten por la austeridad de albergue, bicicleta o caminata, también han multiplicado la presencia de visitantes y, como no deja de ser deseable, el trasiego se incrementará de no dejar al viejo Reino de Alfonso II fuera de la Vía Carlomagno.
Pero una muestra -puramente simbólica- de que no tenemos plenamente asimilado, fuera de datos del sector o periodísticos, este cambio receptor de nuestra región, especialmente en julio y agosto, la podemos ver en una justificación a la temible e inmediata restricción de circulación en el famoso tercer carril, pensado para Lugones, de la 'Y'. Se explica, desde instancias ministeriales, que se prefiere aplicar estos cortes en verano, porque la gente no se desplaza al trabajo o a la universidad. O sea: porque hay menos tránsito. ¿Alguien se lo cree sin una larga letanía de matices?
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