Secciones
Servicios
Destacamos
La manta con la que nos abrigamos, normalmente de noche y acostados, tiene muchos sinónimos. Algunos los utilizamos a diario en el castellano de España y otros los leemos o escuchamos en el Nuevo Continente. Pero todos sabemos de su equivalencia con sustantivos como cobertor, ... edredón, frazada o cobija. La RAE define la manta como una pieza de lana, algodón u otro material, de forma rectangular, que sirve de abrigo en la cama. Pero ahí se acaba lo que podríamos llamar el significado original, pacífico y confortable. La propia Academia ya nos advierte en su Diccionario de la amplia polisemia del término, empezando por una gran cantidad de algo, especialmente de golpes; de ahí lo de una manta de palos o de cosas más groseras. Una paliza es una somanta. En algún país iberoamericano por manta se entiende una simple tela ordinaria de algodón, pero en el Quijote aparece un significado también bien conocido: dar una manta es mantear, como le sucedió a Sancho Panza en el Capítulo XVI. Más reciente es la expresión, muy usada hace pocos años, de ser alguien un manta, un atontado o atolondrado, incluso un holgazán o un inútil.
Pero voy a frases, dichos o locuciones coloquiales formadas con esta palabra. La más conocida y ahora muy escuchada, por ejemplo, a propósito de los silencios e insinuaciones en torno al señor Ábalos, es 'tirar alguien de la manta' que, como nadie ignora, equivale a confesar o descubrir un caso escandaloso que otro u otros tenían interés en mantener secreto, incluso aunque el confidente, supuestamente arrepentido, esté metido en el ajo.
¡Pobre manta! Relacionada muchas veces con asuntos turbios cuando nos da tanto bienestar. Chiva, en El Salvador y Guatemala, es manta, pero en Cuba es delator. El chivato, el que se chiva, que también decimos en España, tanto en materia penal como en la más ingenua versión estudiantil. Algo muy parecido, por tanto, al que tira de la manta y desvela una golfería de muy diverso tipo y reproche social.
Habría que quedarse, por inocente, con la expresión, tan usada en el mundo futbolero, de la 'manta corta', aquella con la que, si te tapas la cabeza te destapas los pies. Frase muy usada por Luis Aragonés, en referencia a los desequilibrios de defensa y ataque.
Pero volvamos al tirar de la manta. Normalmente se usa como amenaza para frenar una investigación inicial o una sospecha fundada. ¿Quién no recuerda a Jordi Pujol y su símil de cortar una rama y caerse las demás, que tan buen resultado le ha dado para vergüenza de la Justicia y la democracia? ¿O la terrorífica de Arzalluz sobre agitar el árbol y recoger las nueces?
Quien en vez de acudir al juez o a la policía y 'cantar', sabiendo que puede beneficiarse penal y penitenciariamente, lanza la bravuconada de que puede tirar de la manta, sólo pretende asustar y que nunca se sepa qué pasó realmente. Que la omertà se extienda a todos los posibles acusadores, desde la presunción de que también tienen cadáveres en el armario.
Yo creo que, aunque no tenga encaje en los artículos 169 y siguientes del Código Penal, habría que recriminar con dureza a quien, lejos de auxiliar a la Justicia, fomenta el silencio de quienes temen verse involucrados en un lío judicial. Moralmente, quien invoca esta expresión u otra análoga, me merece el mayor de los desprecios, en un sistema que pregona, por doquier, la transparencia. Incluso el origen del tirar de la manta es penoso, por xenófobo. Parece que esta expresión está inspirada en una manta, que realmente era un gran lienzo, en el que, en la Navarra de los siglos XVI y XVII se inscribían los nombres y apellidos de los judíos convertidos al cristianismo. Temas de conversos y pureza de sangre, en suma.
A mí la sangre me la altera que se juegue, en tantos asuntos escabrosos y sin aclarar, con la advertencia gansteril de que cuidado con acusar a uno porque la onda expansiva puede ser muy amplia. Lo de poner el ventilador o esparcir lo que todos sabemos no puede ser algo admisible en un Estado de Derecho. Tanto que se manosea el Código Penal y bien que se podía tipificar con claridad y contundencia esta conducta. Lo que me cuentan mis colegas criminalistas y la realidad cotidiana hoy por hoy no me tranquiliza en absoluto. Sólo queda confiar en la instrucción policial y judicial, aunque muchas veces estos personajes duerman a pierna suelta bajo una amorosa manta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.