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Comienzan a aflorar los manifiestos de personas relevantes -o que por tal cosa se tienen o son tenidas- ante los inminentes comicios de los que saldrá un nuevo Gobierno. Este tipo de documentos públicos son dignos de análisis de todo orden, especialmente sociológicos y políticos. ... Afloran más ante situaciones complicadas -el previsible resultado electoral del 23 tal lo parece- y se da más en los sectores de izquierda que del otro lado del mapa político. A fin de cuentas, 'el manifiesto' por antonomasia, es el de Marx y Engels, de 1848.
En el vocabulario de la izquierda, términos como pasquines, asambleas o manifiestos son palabras habituales. Igual que en la arqueología política, el ciclostil. Y por eso, quizá, sea más comprensible la recogida de firmas para apoyar a Pedro Sánchez que para hacer lo propio con sus rivales a la diestra. Aunque de todo habrá, según vayan pasando los días. Pero, tradicionalmente, dentro de la gente famosa, por ejemplo en la farándula, todos sabemos cómo respira cada quién porque, además, quienes salen en papel cuché enseñando sus posesiones no suelen perder ocasión de mostrar sus simpatías por un determinado ideario o líder. Y, en el caso de los 'influencers' conservadores, la cosa suele quedarse ahí. Socializan más, a efectos de comunicados de adhesión, los del otro lado.
Otra cuestión, la más importante, es qué repercusión tienen estas confesiones públicas y multitudinarias (o selectivas) sobre los votantes. Particularmente, creo que reducida. A quienes les agrada que escritores o pintores -pongo por ejemplo- a los que admiran se sumen a una causa, es porque ya militan en la misma. Un incentivo, nada más. Y, a la inversa, quienes no simpaticen con un actor o un cantante dirán aquello de 'ya está éste o ésta'. Quienes escrutan todo, suelen mirar más las ausencias que las presencias. Es lógico, aunque se puedan hacer juicios temerarios, ya que uno de los defectos, humanos, de estas convocatorias es olvidarse de algunas personas, porque también aquí funcionan los círculos de afinidades personales y no sólo ideológicas.
También es llamativo -y esto la derecha lo hace mejor- cuando alguien, siempre identificado con una opción, anuncia que va a votar otra muy diferente. Pero no creo que esas travesías del desierto arrastren multitudes. Unos hablarán de traición y otros dirán que es uno más que cae de la burra.
En suma, como opinión personal, entiendo que es admirable el dar la cara por unas ideas o por una gestión (aunque pueda no compartirse plenamente), pero que la lectura -muy para iniciados- de estos manifiestos influye poco en la papeleta a introducir en la urna. Aunque, todo hay que decirlo, cuando estas proclamas son pedagógicas y señalan con claridad lo que se ha hecho o dejado de hacer, deberían hacer, cuando menos, reflexionar. Pero, más veces lo he escrito, soy muy escéptico con los sondeos y encuestas telefónicas y creo que todo el pescado está ya vendido, con un matiz: dos elecciones seguidas agotan al elector y a los partidos. Parece que, cuando casi no ha empezado la campaña, ya se nota un cierto desgaste en algunas cabeceras de cartel. Ya veremos, porque, repito, me fío poco de lo que se aventura. Y del porcentaje del 'no sabe, no contesta', menos. Esos saben más que ninguno lo que van a votar.
Yo he firmado muchos manifiestos muy diversos: como estudiante, como trabajador, en apoyo de causas benéficas, en defensa de los animales, por la defensa de valores constitucionales, por la cultura asturiana, por la resolución del sempiterno problema saharaui...
Recuerdo, no obstante, un manifiesto que tuvo amplia difusión en Asturias, a propósito del referéndum de permanencia en la OTAN, el 12 de marzo de 1986. Yo, que era un jovencísimo profesor, sabía, como tantos, que aquello de que 'OTAN, de entrada, no', iba a tener que revertirse con mi partido en el Gobierno. Y, sin ser especialmente atlantista, ni entonces ni ahora, acepté ser uno de los tres primeros firmantes de una larga nómina de personas de todo orden. No sé lo que aquello galvanizaría al censo, pero, al final, para mí fue un honor, al compartir cartel con dos personas tan admiradas como Sara Suárez Solís y Felipe Prieto.
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