La distancia y el reloj

Los cuatro miembros de la familia levantina que viajaban en el AVE se levantaron de sus asientos en Pola de Lena y empezaron a recoger las maletas al saber que quedaban menos de 50 kilómetros para Gijón. Se habían olvidado de la relación entre distancia y tiempo, o sea, de la fórmula de la velocidad

Domingo, 21 de julio 2024, 02:00

Como viajero frecuente y amante del tren, sé que soy pesado insistiendo en las infraestructuras ferroviarias en Asturias, pero es lógico que me preocupe por la prosperidad de esta pequeña patria querida, como lo haría, de no ser de aquí, de la tierra a la ... que perteneciera; pongamos que hablo de Extremadura.

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Sé que hemos mejorado mucho, muchísimo, con la apertura de la Variante y que, en Cercanías y la red métrica se anuncian presupuestos importantes para mejorar el servicio, aunque algunas medidas sean menores (pintura de apeaderos o ahorrar tiempos suprimiendo paradas). El jueves, en este diario, en uno de sus excelentes artículos, Ramón Muñiz –más solvente que Fomento y sus filiales– nos alertaba del próximo ensanche de los túneles entre Lena y Oviedo, para que los convoyes puedan transportar camiones, a la vez que recordaba el compromiso de una reforma integral del trazado de este tramo, al que debe seguir la mejor accesibilidad a Gijón, que no debería ser tan complicada: hace unos días, creo que para no pagar la indemnización por el retraso de una hora, el AVE batió un récord, propio de las altas prestaciones, entre Uría y Sanz Crespo. Tengo testigos.

En fin, ya sé que se han perdido dos décadas y que hay que mirar las cosas con optimismo. Pero no me resisto a contar un sucedido carente de importancia, pero expresivo del lamentable trayecto desde la salida de los túneles a la costa. Viniendo, en los últimos días de junio, desde Castellón –una maravilla hacer este viaje sin trasbordo, las cosas como son–, cerca de mi duro asiento viajaban cuatro miembros de una familia levantina. Todo correcto, porque no hubo incidentes en Chamartín, más allá de su larga parada, ni en León ni en punto alguno. Estos viajeros no parecían muy expresivos, ante la gran obra de ingeniería de los tubos de la Variante, quizá porque nunca se habían eternizado en la Rampa que, turísticamente, ha rescatado ALSA de manera experimental. El hecho es que llegamos a Pola de Lena y la matriarca del grupo preguntó a los suyos: –¿Cuántos kilómetros hay de aquí a Gijón? Un rapacín, con agilidad felina ante el móvil, le respondió que 49,7, que es lo que señala internet pensando en el viaje por autovías. La señora, oyendo que eran menos de 50 km y que el morro de la locomotora pone AVE, ordenó a su tropa levantarse e ir bajando enseres y recogiendo maletas, ante la mirada sorprendida del resto de viajeros que, siendo biempensantes, creerían que se iban a quedar en Mieres. Pero no. Y allí siguieron de pie en el pasillo, cerca de la puerta. Por fin, alguien, caritativamente, les preguntó por su destino. Y al decir Gijón, otra voz más lejana y menos piadosa, sentenció: –Van salivos varices. El resto de la historia aún es más irrelevante.

Pero no pude por menos que recordar el famoso bolero del mexicano Roberto Cantoral que, aunque titulado 'La barca', es famoso por su primer verso: «Dicen que la distancia es el olvido». Yo creo que la familia referida, aunque recuerde la anécdota, se había olvidado de la relación entre distancia y tiempo; o sea, de la fórmula de la velocidad. Desconociendo esta última, difícilmente puede averiguarse, salvo presunciones inviables en Asturias, el tiempo que se tarda en recorrer medio centenar de kilómetros. De ahí que, hasta ser advertidas, estas personas se pasaran un buen rato mirando el reloj. Que, por cierto, es otro de los famosos éxitos del mismo compositor, al igual que 'El preso número nueve', que todos hemos cantado alguna vez, emulando, cuando menos, a Joan Báez.

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Pero la alta velocidad es la historia interminable en Asturias. Al debate de las paradas se une ahora el de la adecuación de las estaciones. En el caso de Oviedo, donde el Ayuntamiento amplió la parada de taxis, el propio Consistorio recela ahora de la reestructuración que anuncia Adif de la estación y la plazoleta contigua. La pregunta, extensible a otros equipamientos, es si la estación debía estar preparada para acoger al AVE o si, cuando llega el Avril hay que pensar en adecuar la estación. Yo lo tengo claro, pero igual estoy equivocado. En eso, sobre el papel, va a tener más suerte Gijón, porque la previsión 'intermodal' de Moreda, al partir de cero, no tendrá que actualizar nada. Pero aquí la cuestión es el reloj, el calendario… Espero que mi hijo, gijonés, pueda disfrutarla y en ancho europeo. Yo no soy tan optimista ni con mi biología ni con la eficiencia administrativa en tan enquistado como importante asunto.

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