El monumento a Clarín, en el Campo. ALEX PIÑA

Desagravios

«Creo que un alcalde con más cintura hubiera dicho a la oposición que años habían tenido para aprobar la propuesta -nombrar a Clarín Hijo Adoptivo- y luego votar afirmativamente por lo indiscutible de lo propuesto»

Sé, porque me lo han dicho, que no pocas personas próximas o con sensibilidad literaria, esperan que hable en estas líneas sabatinas, del voto de calidad o desempate, con el que el alcalde de Oviedo rehusó tratar el nombramiento de Clarín como Hijo Adoptivo de ... la ciudad. Una propuesta firmada por doña Cristina Coto y avalada por el resto de la oposición. En esa sesión plenaria del miércoles, se pusieron encima de la mesa temas de gran importancia. Quizá lo menos trascendente fuera, curiosamente, lo honorífico, aunque Leopoldo Alas y Juan Miguel de la Guardia creo que son personalidades indiscutibles, salvo para los que quieren negar la evidencia. Digo que hay quienes esperan una reacción dolida por mi parte, pero en absoluto. Cada quien es hijo de sus obras. Puedo contar, como cualquiera, cuestiones relativas a mi familia, pero nunca he mendigado honores ni --creo- favores, aunque sí me he encontrado en la vida a no pocos seres a los que debo gratitud.

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Lo que acabo de señalar lo puedo ejemplificar en otro Pleno municipal, en 2001, siendo yo portavoz del Grupo Socialista. Era el centenario de la muerte de Clarín y se trató un aspecto relativo a la participación del Ayuntamiento. Yo me ausenté del debate y votación y cuando el alcalde, con incredulidad, me dijo que por qué me iba, le contesté, como en otras ocasiones por distinto motivo, que porque así lo mandaba la ley: no intervenir en asuntos donde hay por medio un familiar hasta el cuarto grado de consanguinidad y, con respecto al entonces honrado, yo me encuentro en el tercero de esos grados. Miré para el secretario para que asintiera, pero me quedé con las ganas.

Creo -y termino toda alusión al autor de 'La Regenta'- que un alcalde con más cintura, hubiera dicho a la oposición que años habían tenido para aprobar tal propuesta y luego votar afirmativamente por lo indiscutible del propuesto. Habría quedado de elegante y habría lanzado un buen dardo a la otrora mayoría progresista.

Pero sí diré algo del segundo agravio a quien fuera coetáneo y amigo del anterior, el arquitecto municipal don Juan Miguel de la Guardia a quien, por segunda vez, la mayoría municipal, ahora con tránsfugas de libro, le niega el reconocimiento de hijo adoptivo, ya que había nacido en Ontaneda, en la vecina Cantabria. Él es el padre del Oviedo moderno y modernista, aún reconocible pese a revolución, guerra y especulación desarrollista. La calle Uría, donde vivió, es un buen ejemplo de su arquitectura y hay paños excepcionales donde su trazo e ingenio se advierten de inmediato, como el que discurre entre Doctor Casal y Melquíades Álvarez, pese al brutal error del edificio que fue de Al Pelayo. Y lo mismo puede decirse de los chalets supervivientes, envidia de todo el norte de España. Por ese Oviedo grato y estéticamente admirable, seguimos caminando todos los ciudadanos. Los que votan en el Consistorio y los que nos sorprendemos con lo que votan. La primera negativa fue, además, una bofetada a una iniciativa ciudadana que nunca, repito, nunca, había tenido tal número de adhesiones, alguna muy cualificada desde el punto de vista histórico o urbanístico. De aquella se dijo que se le honraría cuando, en muy poco tiempo, estuviera rehabilitada la plaza de toros, que también salió de su estudio. Han pasado tres años abundantes y la plaza está peor todavía, que ya es decir.

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Confío y deseo que, cuando reine la cordura en la próxima e inminente corporación, no sólo se le dé ese título tan merecido, para hacerlo ovetense de derecho, ya que de hecho lo es más que casi todos nosotros, sino que se organice un congreso para analizar y debatir su obra, la presente y la desaparecida. Aunque no tengamos ni Escuela de Arquitectura ni Facultad de Bellas Artes, estoy seguro de que el Colegio de Arquitectos y la Universidad, donde hay grandes especialistas en Historia del Arte, pueden rendir ese homenaje y trasladar a toda Asturias la importancia del legado de don Juan Miguel; padre, también del cementerio de El Salvador, donde yace, muy cerca, curiosamente, de Clarín, cuya tumba a buen seguro modeló.

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