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El refrán de que para muestra basta un botón, que todos entendemos por su fácil significado, no sólo se usa en España, y hasta hay quien lo identifica con una sentencia del mariscal prusiano Paul von Hindenburg, quien derrotó a Rusia en 1914 y fue ... presidente de Alemania desde 1925, aunque, tristemente, acabó permitiendo la irrupción de Hitler. Al parecer, Hindenburg habría afirmado, por su experiencia castrense, que se podía juzgar a un militar por cómo llevaba (o dejaba de llevar) los botones de su casaca. A veces las apariencias engañan, lo que es otro dicho contradictorio, como tantos, pero es cierta la famosa atribución a un literato de que no hace falta traspasar un muro para comprobar que, tras las orejas que asoman, hay un burro.
Cuento esto porque en nuestra Asturias sobran botones para evidenciar nuestras carencias y nuestros disensos, que tanto nos lastran, internamente y hacia fuera. Más botones que los célebres 33 de las sotanas de los curas. Pero cito unos pocos de actualidad, no sin congratularme de que pueda finalizar. a satisfacción de todos, el conflicto de las ITV. Casi una excepción a insatisfacciones y posiciones encontradas.
Comienzo en Oviedo con la reordenación, a cuenta de Llamaquique y la antigua ciudad sanitaria, de los espacios judiciales y universitarios. Hace casi dos años, escribí, ante unas manifestaciones enfáticas de las autoridades judicial y académica, que las reutilizaciones y permutas, que se decían inmediatas y casi a coste cero (véase la hemeroteca), eran imposibles a un lustro vistas. Y así ha sido. Meter en un paritorio un laboratorio de física o la fiscalía en un aula escalonada, era de risa. Por tanto, paciencia y diligencia. El señor consejero de Hacienda, persona competente y lúcida, piensa –con la legítima presión de las togas– que puede haber soluciones parciales y provisionales. Ojalá. Pero ya vemos que aquí nunca es fácil llegar a acuerdos satisfactorios y se ha perdido mucho tiempo. Más del que sale en los medios.
Cruzo simbólicamente la 'Y', aunque obviando algún zafarrancho urbanístico y de tráfico, y leo, como era previsible, distintas posiciones sobre el tema de la sede del Mundial en Gijón, lo que enfáticamente se viene llamando 'Asturias 2030'. Me resulta increíble que no se pueda llegar a puntos de equilibrio que asuman la ilusión de la ciudad y el rigor presupuestario; la transformación urbana –no sólo para un campeonato efímero– y la prevención del pelotazo. ¿Tan difícil es reunirse, intercambiar opiniones motivadas técnicamente y llegar al acuerdo o condicionamiento unánime? Me temo que sí, porque si la cosa sale adelante ya hay argumentos para fustigar a los discrepantes. Y si sale mal, para hostigar a los valedores. Hay lo que hay.
No salgo de Xixón (el ministro de Cultura no se ha mojado sobre la cooficialidad y aquí, ya lo diré, también me apunto un tanto de augur). Bien; ya sabemos que los pájaros son una evolución de los dinosaurios. Pues ahora que nuestro jurásico tren va convirtiéndose en AVE surge el tema de las frecuencias; de llegar temprano a Madrid y de que uno de los servicios no tenga a Gijón como origen o estación término. Si hubiera un servicio cada hora, esto sería irrelevante. Pero no es el caso. Y siempre creí (decenas de años usando y estudiando el sector ferroviario para nada), que un convoy podía terminar, desdoblado, en destinos distintos. Pero se ve que eso no vale para Avilés. Me temo, pesimista yo, que alguien quiere distraernos del vergonzoso estado –y duración del viaje- desde Pola de Lena a Oviedo y Gijón, cuyo acondicionamiento espero que cumpla el ultimátum europeo y los mínimos a los que se refería Carlo Secchi en este diario. Aunque no las tengo todas conmigo, pese a los heraldos del optimismo gubernativo.
Y termino con el debate de las Áreas Sanitarias, donde hay también posiciones muy favorables frente a detractores sistemáticos. Una vez más escucho, por proximidad, quejas serias de funcionamiento del servicio en el Área I: señor al que, por problemas urológicos, se le practica analítica y se le da consulta para hace unos días. Nada sabe, preocupado, de sus resultados, pero le llega, por falta de especialista, una nueva cita para dentro de trece meses. Estas cosas hay que erradicarlas y, curiosamente, quienes nos identificamos en el territorio con el partido mayoritario en el Gobierno, tenemos que sufrir, sin comerlo ni beberlo, reproches y hasta palabras gruesas. En el breve tiempo en el que estuve en la política activa, en más de una ocasión algún vándalo me insultó por la calle por puro sectarismo. Ahora ni es sectarismo ni es tema de reordenación de un mapa. Es puro estado de bienestar por el que hay que luchar impidiendo que malas prácticas empañen lo que viene siendo una sanidad modélica.
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