De lejos, todo el verde vale
EN POCAS PALABRAS ·
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Los ganaderos han pedido al Gobierno asturiano la protección de su modo de vida, incluidos los sonidos y los olores propios del medio rural. Se deduce que viven con la convicción de que los turistas de lo verde y los ecologistas de fin de semana ... consideran ruidoso y maloliente un mundo que visitan, pero no conocen. En los últimos años se han hecho frecuentes las denuncias a los pastores por el abandono de perros en el monte y las quejas por las molestias de los cencerros. La cada vez mayor conciencia ambiental, que exige etiquetar como ecológico o sostenible hasta los productos más inverosímiles, no llega en cambio para entender que las vacas no mugen a demanda. Menos aún la verdadera realidad del campo, al que en demasiadas ocasiones se encajona con el prejuicio de la ignorancia. Así que nos empeñamos en salvar a los ganaderos sin preguntarles su opinión, como si el conocimiento y el raciocinio de los buenos aborígenes necesitara de los visionarios que nunca han puesto un pie en una cuadra excepto para las fotos de campaña electoral, algunas con tarima para no pisar el cucho.
De la tentación de salvar al campo, incluso contra su opinión, no se libran ni los ministros. Le ocurrió al titular de consumo, que purga su patinazo sobre la carne acariciando terneros por media España. De más calado es el empeño intransigente de la ministra de Transición por imponer su criterio sobre el lobo. De nada ha servido la dimisión del director general de Ganadería del Principado, Nino Rodríguez, que ha preferido la dignidad de sostener la mirada a los ganaderos a la comodidad del despacho en Oviedo. Las discrepancias entre el Gobierno central y el Principado han llegado al punto de que Adrián Barbón ha advertido de que el lobo no puede protegerse de espaldas a quienes viven en el campo. El PSOE asturiano intuye que el empeño ministerial no solo ha reavivado los rescoldos de un viejo fuego, sino que conlleva el riesgo de entregar el campo a quien simplemente le dé la razón por más que no distinga un cortijo de una braña. En el medio rural, la política ha pasado en las últimas décadas del desprecio al reconocimiento, pero apenas ha hecho nada para que esos paisajes cuya conservación ensalza no se conviertan en matorral. De lejos, todo el verde vale lo mismo. El loable deseo de repoblar la España vacía corre el riesgo de desalentar a los pocos resistentes que aguantaron en ella.
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