Cruzar puentes

Tina lo tuvo claro desde el primer momento. Siempre supo en qué lado situarse de la vida: por ejemplo, en el de los que cruzan puentes para ir a ayudar a los vecinos de Paiporta, Alfafar o Massanassa tras la dantesca DANA que arrasó Valencia. Ella era de las que cruzaba puentes sin que la convocaran. No esperó nunca a que su partido, el PSOE –entonces en el Gobierno regional–, al que amaba y en el que militó desde joven, le diera 'permiso' para salir a la calle a pelear para que los gijoneses pudieran también disponer de tratamientos radioterápicos cerca de casa. Ella misma lo había sufrido como paciente, uniendo, al sufrimiento que provoca afrontar un cáncer, el trastorno de tener que ir en ambulancia colectiva a Oviedo a recibir atención cada día. Sin olvidarse, claro está, de las listas de espera en oncología, que de aquella eran sangrantes. Tina superó dos cánceres, pero, al final, fue una caída y una rotura de cadera la que se la llevó por delante. Cosas de la vida, de esta vida 'molto difficile', que diría una buena amiga que sabe mucho de supervivencias físicas y emocionales. Pero la vida, por oscura que parezca, a veces deja abiertas algunas grietas por las que se cuela la luz. Tina era una de esas grietas. Tina cruzaba puentes.