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Podría dedicar esta columna a varios temas top de la semana. Desde la ¿salomónica? decisión del Sespa de 'quitar' cirujanos de Cabueñes para mejorar ... las listas de espera de las alas, a costa de estropear las de Gijón, hasta de los cansinos vaivenes entre Ayuntamiento y Principado por las zonas tensionadas. También del Lloreda-Veriña, que va camino de convertirse en otro vial fantasma, o de la estación intermodal que, según el ministro Óscar Puente, puede seguir esperando los lustros que hagan falta (bueno, que le hagan falta a él). Pero, tras ver el excelente documental que el área de audiovisual de EL COMERCIO realizó sobre el conflicto de Confecciones Gijón, más conocido por IKE, preferí recordar a aquellas trabajadoras que marcaron un antes y un después en la lucha laboral de las mujeres.
Los números, a veces, nos hablan de coincidencias que van más allá de las matemáticas. Treinta y cinco años se cumplen de esas movilizaciones femeninas que tomaron y sorprendieron a un Gijón todavía algo casposo, de un conflicto que sacó a la luz que las mujeres que trabajaban 'fuera de casa' (como se decía entonces), también tenían que ocuparse del hogar (eso poco ha cambiado, la verdad). Este 2025 se conmemoran 35 años de la lucha de Confecciones Gijón y 30 de la Declaración de Pekín, germen del primer pacto mundial por la igualdad de género. Las mujeres de IKE fueron unas visionarias y se adelantaron, incluso, a la ONU. Por desgracia, sus barricadas y encierros no les salvaron del paro, pero dejaron en Gijón la imperiosa necesidad de seguir tomando las calles cada 8M, y también cada 9M, si hace falta.
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