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Quejicas

Lo molesto es esa música insustancial de la queja como costumbre, como recurso para establecer conversación, ese rencor contra todo y contra todos

Sábado, 12 de octubre 2024, 02:00

Son legión y es imposible no encontrarse con ellos. Son víctimas permanentes de las inclemencias climatológicas y suelen lamentar tanto el frío como el calor o la lluvia; la cosa es despotricar contra «este tiempo», sea el que sea. Se deshacen en lamentaciones contra el ... Gobierno y cada una de sus decisiones, pero con las mismas también les molesta la oposición, por blanda, o por tramposa, o por lo que sea. Cualquier resolución municipal les desquicia y no pierden ocasión de expresar lo que opinan respecto a la iluminación, las disposiciones del tráfico urbano, la permisividad con los perros, o la discriminación que sufren. Por supuesto, se quejan de los precios, pero no de una forma razonada, más bien como una letanía aprendida y repetida a lo largo de décadas. Siempre tienen alguna dolencia: el reúma, una persistente tos, la amenaza de cualquier virus, las intolerancias. Lo que a su vez genera nuevas quejas, las que tienen que ver con la lamentable tecnología alimentaria, los tomates que no saben a nada, la fruta madurada en cámaras. El agua del mar siempre está muy fría, o si no, está imposible con las medusas, y los restaurantes están atestados de gente, pero si están vacíos tampoco les sirve porque por algo será. Los funcionarios son impenitentes vagos, que deberían doblar el espinazo a su paso, porque para eso les pagan ellos con sus impuestos. Todo lo que tiene que ver con nuevas tecnologías es un laberinto incomprensible y los atuendos de la gente, intolerables, porque son estrafalarios, porque son indecentes, porque son de tres temporadas atrás. Los niños hacen demasiado ruido, y golpean con el balón en cualquier sitio, y los viejos son lentísimos en las cajas de los supermercados. La programación musical de cualquier festejo parece haber sido pensada como mínimo en los años setenta. Las bicis, los patinetes, los coches, los peatones. Las vacaciones de los maestros. Los mangantes de los políticos. La inmigración y sus consecuencias. Los vecinos con obras en casa, el ascensor ocupado, la factura de la luz, el maldito reggaeton… (Y después, mea culpa, estamos los que nos quejamos de los quejicas)

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