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El argayo del Huerna vuelve a recordarnos que en materia de infraestructuras los asturianos no podemos dar nada por sentado. El Principado ocupa el lugar ... que ocupa en el mapa, rodeado por el mar y las alturas de la Cordillera Cantábrica, unas particularidades físicas que definen nuestra belleza paisajística pero que se conjuran para convertir nuestra región en una pesadilla logística.
Me van a disculpar el tono preventivo de la columna de esta semana, pero la reflexión anterior viene a cuento de la Estrategia de Movilidad Sostenible e Inteligente de la Comisión Europea, que recoge ideas como restringir los vuelos de menos de una hora de duración (sin ir más lejos, el pasado septiembre Podemos registraba una iniciativa a este respecto en el Congreso de los Diputados) y que parecen cobrar cada vez más fuerza al discutir posibles planes de descarbonización. No cabe la menor duda de que semejante iniciativa puede tener sentido cuando se trata de viajar por esa alfombra que es Europa Central, pero la cornisa cantábrica española y su conexión con la Meseta Ibérica son harina de otro costal. El argayo que actualmente afecta al Huerna no será, con toda seguridad, el último; y en cuanto a la recién estrenada variante de Pajares, la complejidad de su mantenimiento debería ser recordatorio suficiente para contar con potenciales limitaciones temporales a su uso en algún momento en el futuro. Si algo nos enseña la experiencia, es que las estrategias logísticas a las que se tiende en la mayoría de los países desarrollados no ofrecen una alternativa cien por cien fiable en este rincón del mundo.
Atendiendo a lo anterior, Asturias no debe renunciar a nada, ni tendría sentido obcecarse en una visión excluyente, o sustitutiva, de sus infraestructuras viarias, ferroviarias y aeroportuarias. Cada infraestructura de comunicaciones en servicio en nuestra región es, dadas las características de nuestro territorio, un complemento necesario a todas las demás. No cabe duda de que el avión puede tener en el futuro un peso menor en nuestras conexiones nacionales, y en concreto con Madrid, pero tanto el Gobierno del Principado como el Ministerio de Transportes deberían anticipar que las restricciones que antes o después se impondrán a los vuelos de corta duración, deberán tener en cuenta excepciones razonables como las que exige el contexto asturiano. Somos esclavos de la geografía, y en Asturias, por el mero hecho de estar donde estamos, lo improbable se da y se dará con más frecuencia que en otros lares, y en pleno Siglo XXI el aislamiento total no es una opción, ni siquiera de forma temporal.
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