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Tal como recogía EL COMERCIO el pasado 10 de diciembre en una noticia de Chelo Tuya, los alojamientos rurales asturianos han sufrido en 2024 un ... descenso del 5% en las pernoctaciones en comparación con 2023, una tendencia negativa que se viene intensificando desde el final de la pandemia. El declive ha llevado al gobierno regional a crear un grupo de trabajo al que ha encargado elaborar un estudio que identifique las causas de este descenso, señalando factores como una baja ocupación y elevado número de cierres estacionales; la alta estacionalidad de la demanda y de la oferta; el pequeño tamaño de las empresas implicadas y, como no, la competencia de las Viviendas de Uso Turístico (VUT).
Si analizamos con sentido crítico las conclusiones de dicho estudio, éste podría reunir todos los factores mencionados en un epígrafe común bajo el título 'Falta de profesionalización del sector'. Hablamos de empresas formadas en muchos casos por un solo trabajador; inevitablemente abocadas a contar con escasos recursos, formación y especialización; y que tenderán a la mencionada estacionalidad, tanto de la oferta como de la demanda, por la mera superposición de todos estos elementos. Un informe que ofrece conclusiones de Perogrullo y que subraya obviedades de forma un tanto condescendiente. Y lo mismo puede decirse de la irrupción del enemigo público número uno, las VUT, que compiten con el turismo rural en términos muy similares a los que éste presentó como alternativa a la oferta hotelera tradicional: el encanto y simplicidad de lo casero; un modelo de negocio basado en la reducción de costes; la ventaja de una regulación más laxa que la que restringe a otros competidores, y la reducción o desaparición de los costes de transacción en la relación entre cliente y negocio. Siempre ha ocurrido y es en lo que consiste la innovación, los ganadores de hoy se verán en algún momento desafiados por quienes ofrecerán mañana una alternativa más atractiva y eficiente.
Pero, por muchas vueltas que le demos, y por mucho que el desconocimiento o los prejuicios nos impidan verlo, el mercado, la relación entre oferta y demanda, es la realidad que siempre se acaba imponiendo. Y al contrario de lo que promulgan algunas creencias casi esotéricas, que conciben el mercado como un ente abstracto y perverso, si el tirón turístico que experimenta la región apunta a que la demanda existe, la conclusión es que el mercado –es decir, usted, yo, y en este caso quienes visitan Asturias– entiende que una buena parte de nuestra oferta de turismo rural se ha quedado desfasada o es redundante. Por eso, precisamente, la crisis del turismo rural coincide con la explosión de la región como destino turístico de preferencia, porque eso exactamente es lo que hace el mercado, discriminar aquellas opciones que resultan menos atractivas entre toda la oferta disponible. Se trata, en definitiva, de un problema de falta de competitividad, ante el que no caben soluciones mágicas por las vías recurrentes de la inversión en promoción o la inyección de ayudas de forma indiscriminada. Todo apunta a que el sector necesita afrontar un proceso de reconversión que implicará la toma de decisiones difíciles tanto por parte de la administración como de los propios establecimientos. Cualquier otra aproximación al problema, además de cara, supondría caer en el autoengaño.
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