El Ayuntamiento de Gijón inicia mañana las obras para restituir el tráfico en el 'cascayu'. Sentencia mediante, la zona peatonal del Muro que nació con la pandemia hará honor a su nombre y, como en el popular juego infantil, regresará al principio después de un ... trayecto corto en un equilibrio inestable. Si finalizados los paseos con horario obligatorio, el tráfico hubiera vuelto a la normalidad, es probable que la medida hubiera sido agradecida, incluso valorada como experiencia. Ha sido la prolongación excesiva de una provisionalidad a la que no le han faltado detractores, tanto como el fallo judicial, lo que ha jugado en contra de quienes aprobaron la reducción del tráfico en el espacio más icónico de Gijón, porque incluso ellos mismos eran conscientes de que la solución no pasaba de un parche. La resolución con la que el juzgado aceptaba la ejecución de la sentencia dejó bien claro que quitar lo hecho no supone ningún daño irreparable en caso de que el Ayuntamiento gane su recurso en los tribunales. El cambio se reduce a regular el tráfico y retirar un mobiliario urbano no demasiado abundante: bancos, sillas, papeleras y bolardos. Los responsables de la obra calculan que en quince días la tarea estará acabada.
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En los tiempos de la política, como en las siete y media, pasarse casi siempre se paga más caro que no llegar. Por eso, en los partidos abundan más los temerosos y los desocupados que los dispuestos a jugarse su futuro diciendo lo que piensan o tomando decisiones que puedan resultar impopulares. Al 'cascayu' no se le puede negar la valentía inicial, ni tampoco el fatal error de no haber zanjado su provisionalidad hasta la presentación de una alternativa mejor a la supresión del tráfico que unos cuadros de pintura. El 'cascayu' estaba muerto incluso antes de que los tribunales le dieran la razón a Stop Muro porque fue presentado como una solución temporal a la espera de un estudio que duró un año y del que se esperaba al menos una idea, pero que ni siquiera realizó una sugerencia. La conclusión del informe más bien fue una petición: que se mojen los políticos. La propia alcaldesa acabó por enterrar el 'cascayu' cuando reconoció que le gustaba más el nombre que la colorida resolución. Llegado ese momento, el suplemento peatonal con cuadritos azules y verdes suponía más un desgaste que una apuesta. Lo que para muchos fue una decisión acertada durante los días del confinamiento porque ofrecía más espacio a los ciudadanos cuando en la calzada no había coches, es un debate abierto y una solución pendiente cuando los partidos ya han puesto en marcha el cronómetro electoral. Si alguien tiene alguna propuesta para el Muro, llega el momento de hacerla.
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